Escuela andaluza; siglo XVIII.
“Virgen del Rosario”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Posee marco de latón.
Medidas: 50 x 40 cm; 60 x 50 cm (marco).
Imagen devocional de presentación escenográfica, que nos muestra a la Virgen con el Niño en su regazo, sentada sobre un trono de nubes, con cabezas de querubines a sus pies y angelitos. Ambas figuras sostienen el mismo rosario, lo que muestra una gran complicidad entre ambos personajes, que se muestran al espectador unidos. La de María es una figura monumental, bien asentada y escultórica, herencia del barroco clasicista, y ocupa la mayor parte de la superficie pictórica, directamente iluminada por una luz clara y uniforme, que modela evitando los excesos del tenebrismo y crea un suave juego de luces y medias sombras. Esta luz dorada dota a las carnaciones de ambas figuras de un aspecto nacarado, acorde con la idealización clásica que muestran. Las figuras destacan bien silueteadas sobre un fondo dorado de Gloria, sutilmente trabajado a base de matices de ocres y amarillos.
La iconografía de la Virgen del Rosario se halla directamente relacionada con la figura de santo Domingo. La tradición, surgida a partir del siglo XV, cuenta que la madre de Dios en persona enseñó al santo a rezar el rosario en el año 1208, diciéndole que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe. Apareciéndose en la capilla en la que el santo rezaba, sosteniendo un rosario en su mano, le enseñó a recitarlo prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Santo Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente lo predicó, y con gran éxito, logrando que muchos albingenses volvieran a la fe católica.