Escuela orientalista del siglo XX.
“Vista urbana”.
Óleo sobre tabla.
Firmado ilegiblemente en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 35 x 58 cm; 55 x 76 cm (marco).
El orientalismo nace en el siglo XIX como una consecuencia del espíritu romántico de huida en el tiempo y en el espacio. Los primeros orientalistas buscaban reflejar lo perdido, lo inalcanzable, en un viaje dramático destinado desde el principio al fracaso. Como Flaubert en “Salambó”, los pintores realizan minuciosos retratos de orientes y pasados imaginados, recreados al milímetro pero al fin desconocidos e idealizados. Durante la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, muchos de los pintores que viajaron a Oriente Próximo en busca de esa realidad inventada descubrieron un país diferente y nuevo, que sobresalía con sus peculiaridades por encima de los tópicos y los prejuicios de los europeos. Así, esta nueva escuela orientalista deja atrás las bellas odaliscas, los harenes y los mercados de esclavas para pintar nada más que lo que ellos ven, el Oriente real en toda su dimensión cotidiana. Junto con el cambio de visión llega un cambio técnico y formal; puesto que ya no se trata de recrear un mundo imaginado en todos sus detalles, la pincelada adquiere soltura impresionista, y los artistas se centran no tanto en la plasmación de los tipos y costumbres como en el fiel reflejo de la atmósfera del lugar, de la propia identidad de las poblaciones norteafricanas.