Agustín Redondela

AGUSTÍN REDONDELA (Madrid, 1922 – 2015).
“Paisaje de segadoras”.
Litografía sobre papel. Ejemplar XX/L.
Firmado a lápiz en el ángulo inferior derecho y numerado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 24 x 26 cm; 40,5 x 42,5 cm (marco).
Agustín Redondela da sus primeros pasos en el mundo del arte, gracias a su padre, el escenógrafo José González Redondela, de quien aprendió la importancia compositiva y escenográfica. Interesado por el mundo de las artes plásticas, comienza a asistir a la Escuela de Artes y Oficios de Madrid donde entrará en contacto con los artistas de la reconocida “Escuela de Madrid”. A pesar de las diferencias estilísticas encontradas con los maestros de la escuela, Benjamín Palencia y Daniel Vázquez Díaz, Redondela sería influenciado por la capacidad de construir paisajes mediante planos, configuración escenográfica utilizada por Vázquez Díaz. Es entonces, cuando las obras de Redondela toman un rumbo compositivo que se dirige hacia la comprensión de las escenas desde un punto de vista más esquemático y geométrico, trabajando en mayor medida, la temática paisajística de la geografía española. La personalidad estilística que acompaña al artista madrileño, emite un estilo que tiende hacia la simplicidad y la purificación de las formas, compuestas por gamas de colores restringidas a los tonos fríos, entre los que predominaban toques de azules, malvas y grises. Dada su relación con los artistas de la Escuela Madrileña, Redondela es reconocido como heredero de los planteamientos renovadores de la plástica paisajística de la Escuela de Vallecas, aunque siempre mostrando un estilo personal. La obra de Redondela fue mostrada y exhibida en distintos certámenes y bienales, representó a España en las exposiciones de El Cairo y Alejandría, acudió a la Bienal de Venecia en 1950. Se presentó en Barcelona, en la galería Biosca de Madrid y en la I Bienal Hispanoamericana, 1951, además de ganar la Beca para Estados Unidos de la Cathreswoid Fundation de Bryn Mawr (1954), exponiendo en 1955 en la Sagittarius Gallery de Nueva York. La década de los sesenta, fue el periodo en el que Redondela comenzó a ser reconocido por la crítica más exigente. Tras una larga dedicación a la pintura, Redondela logra obtener el Premio Nacional de Pintura en el año 1953, la Primera Medalla de la Exposición Nacional en 1957, el Premio de la Fundación Rodríguez-Acosta, así como el galardón de la Real Academia de San Fernando, entre otros.