Escuela italiana; finales del s. XVII.

Escuela italiana; finales del siglo XVII.
“Apolo y Coronis”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado del siglo XIX.
Posee marco del siglo XIX:
Medidas: 105 x 132 cm; 118 x 143 cm (marco).
Según relata Ovidio, hubo un tiempo en que el cuervo, antes blanco y resplandeciente como la nieve, sufrió una transformación que lo condenó a lucir un plumaje negro. Esta ave, antaño tan clara como las más puras palomas o incluso como los gansos más níveos, perdió su color original por culpa de su carácter locuaz. Se dice que su verborrea y su atrevimiento lo llevaron a la desgracia.
Por entonces, Coronis, originaria de Larisa, era considerada la joven más bella de toda Hemonia. Apolo se había enamorado profundamente de ella, y todo marchaba bien mientras la joven mantenía su pureza o su relación con el dios se mantenía en secreto. Sin embargo, el cuervo descubrió la infidelidad de Coronis con un hombre llamado Isquis, y sin demora llevó la noticia al dios.
Apolo, que ya albergaba ciertas dudas, se indignó al oír al cuervo, al que condenó por ser portador de malas nuevas. Lleno de ira, se dirigió al lugar donde Coronis yacía con su amante, y en un arranque de furia les disparó una flecha que los atravesó, matando a Isquis en el acto. Coronis, al borde de la muerte, le reveló a Apolo que en su vientre llevaba un hijo suyo.
Conmovido por la revelación, el dios intentó salvarla usando sus dones curativos, pero el destino no le permitió tener éxito. Vencido por la fatalidad, Apolo organizó los ritos funerarios y preparó la pira para quemar los cuerpos. Antes de que las llamas consumieran el cuerpo de Coronis, rescató al niño de su vientre y lo confió al centauro Quirón, quien se encargaría de su crianza hasta que llegara el momento de que Asclepio, hijo del dios, cumpliera su destino.