Círculo de Philips Wouwerman del último tercio del s. XVII

Círculo de PHILIPS WOUWERMAN (Haarlem, 1619 - Haarlem, 1668); Último tercio del siglo XVII.
“Paisaje”.
Óleo sobre tabla de roble.
Medidas: 51 x 76 cm; 71 x 94 cm (marco).
Escena cinegética dominada por un paisaje natural, llano, con montañas al fondo, y un tanto idealizado. En primer término, se concentran una serie de perros de caza, con caballos, acompañados por una gran variedad de figuras entre las que destacan una dama y un hombre que montan a caballo, además de otros criados. La agrupación de las figuras está pensada para conducir la vista del espectador no hacia el fondo, sino de izquierda a derecha. Un recurso que fue utilizado en varias ocasiones por Wouwerman, como se aprecia también en el cuadro “Cacería de liebres” que pertenece a la colección del Museo del Prado de Madrid (P002148). El tema no transcendental sería una elección habitual en la época, aunque es probable que se reflejara alguna cacería en particular o un momento determinado escogido por el posible comitente original de la pintura.
Philips Wouwerman fue un destacado pintor neerlandés del Siglo de Oro, célebre por sus escenas de caza, paisajes y representaciones de batallas. Nacido en Haarlem, donde permaneció la mayor parte de su vida, se formó en un ambiente artístico dinámico. Aunque se ha mencionado que pudo haber estudiado con Frans Hals, su estilo no refleja una influencia directa de este maestro. En 1640 ingresó en el Gremio de San Lucas de Haarlem, donde ocupó diversos cargos oficiales y, además de su labor artística, ejerció como agente inmobiliario, lo que indica su integración en la vida cívica y próspera de su ciudad.
Su producción temprana estuvo influida por la tradición de los bamboccianti, mostrando escenas sencillas de la vida cotidiana. Sin embargo, a partir de mediados de la década de 1640 desarrolló un estilo propio, caracterizado por composiciones dinámicas con diagonales, el uso de árboles como recurso para enmarcar la escena y la presencia recurrente de caballos. A lo largo de tres décadas trató una amplia variedad de temas: escenas de género, paisajes con viajeros, encuentros militares, fiestas campesinas y, especialmente, escenas de caza y equitación. Fue reconocido por su habilidad excepcional para representar caballos en movimiento, lo que le valió el reconocimiento de la crítica como el más refinado pintor ecuestre del siglo XVII neerlandés.
Sus obras combinan una atmósfera sobria y fría con gran riqueza de detalles anecdóticos, logrando un delicado equilibrio entre paisa