Tapiz; Flandes, Bruselas, primera mitad del siglo XVIII.
“Escena bucólica”.
Lana y seda.
Forrado.
Medidas: 300 x 470 cm.
Tapiz, tejido en Bruselas durante la primera mitad del siglo XVIII, es una muestra paradigmática del refinamiento y la maestría alcanzados por la escuela flamenca de tapicería en su periodo de apogeo. La escena, probablemente parte de una serie galante inspirada en los gustos rococós franceses, representa un idílico jardín aristocrático donde figuras elegantes , damas y caballeros, se entregan al ocio, rodeados de fuentes, frondosa vegetación, esculturas mitológicas y motivos pastorales. Un querubín volador y una figura infantil acentúan el tono bucólico y cortesano de la escena, mientras los frutos colgantes y la arquitectura del fondo refuerzan la idea de abundancia y armonía.
La composición destaca por su riqueza cromática y su complejidad narrativa. Cada personaje y elemento del entorno está tratado con un detallismo minucioso, lo cual refleja no sólo el virtuosismo técnico de los artesanos, sino también la sofisticación del diseño, probablemente concebido por un pintor de cartones de renombre. El uso de hilos de lana y seda permite una vibrante gama de colores, así como sutiles transiciones tonales que dotan de profundidad y movimiento a la escena.
La escuela de tapicería de Bruselas fue una de las más influyentes y prestigiosas de Europa desde finales de la Edad Media hasta bien entrado el siglo XVIII. Protegida por la nobleza flamenca y favorecida por la demanda de las cortes europeas, Bruselas se convirtió en sinónimo de calidad suprema en la manufactura de tapices. Las obras allí producidas eran exportadas a Francia, España, Italia y el Sacro Imperio Romano Germánico, y estaban destinadas a palacios, embajadas y casas aristocráticas.
Durante el siglo XVIII, la escuela de Bruselas supo adaptarse a los cambios del gusto, abandonando las escenas heroicas o religiosas de siglos anteriores en favor de los temas galantes, pastorales y mitológicos promovidos por la estética rococó. Sin embargo, la excelencia técnica nunca se perdió. Las manufacturas flamencas continuaron siendo centros de innovación, tanto en el dominio del color como en el desarrollo de nuevas técnicas de urdido y en la perfección de los diseños.