Cabeza romana, siglo I d.C.
Mármol.
Medidas: 11,5 x 8 x 12 cm.
Esta cabeza femenina, esculpida en mármol, es un notable ejemplo de la retratística romana privada del siglo I d.C., probablemente de la época Julio-Claudia (27 a.C. - 68 d.C.). Sus reducidas dimensiones (11,5 cm de altura) sugieren que formaba parte de una estatuilla destinada a un ámbito doméstico —posiblemente para un lararium (altar familiar)— o de un relieve funerario de un nicho o estela.
La obra evidencia una magistral síntesis entre el idealismo clasicista heredado de la Grecia del siglo V a.C. y el verismo característico del retrato romano. El rostro presenta una estructura ovalada y equilibrada, con facciones serenas y proporcionadas que evocan un ethos de calma y dignidad. Los arcos superciliares son suaves, la nariz es recta y la boca, pequeña y de labios carnosos pero cerrados, transmite una sensación de contención y pudicitia (modestia, una virtud femenina muy valorada). Los ojos, de forma almendrada y con los párpados nítidamente definidos, carecen de incisión en el iris y la pupila, una práctica característica de la escultura de este periodo que sería abandonada a partir de la época de Adriano (siglo II d.C.). Esta ausencia confiere a la mirada una cualidad introspectiva y atemporal.
A pesar de la fuerte impronta idealizadora, el escultor ha captado rasgos individualizados que impiden que sea un rostro genérico. Se percibe un sutil modelado en las mejillas y el mentón que sugiere un retrato fisionómico, es decir, la representación de una persona específica. Esta fusión de idealización y realismo era común en los retratos de la aristocracia, que buscaban proyectar tanto su estatus y adhesión a los valores morales imperiales como su identidad personal.
El peinado es el elemento más elocuente para su datación. La mujer luce el cabello peinado con una raya central que lo divide en dos secciones. A cada lado, gruesas y sinuosas ondas se peinan hacia atrás, cubriendo la parte superior de las orejas antes de recogerse en un moño bajo en la nuca (hoy perdido).
Este estilo es una variante sobria y elegante de las modas impuestas por las mujeres de la casa imperial Julio-Claudia, como Livia, Antonia la Menor o Agripina la Mayor. Las mujeres de la élite romana emulaban los peinados de la familia imperial como señal de lealtad y estatus. La relativa sencillez de estas ondas, en comparación con los elaborados rizos y bucles de la posterior dinastía Flavia, sitúa la pieza con seguridad en la primera mitad o mediados del siglo I d.C.