Heracles; Cultura Etrusca, siglo II a.C.
Bronce y base de terracota.
Procedencia: colección Georges Savès.
Medidas: 8,5 cm (altura); 10,5 cm (altura total).
Escultura de bulto redondo en bronce representando a Hércules. La figura aparece de pie, en posición de acción de modo que se aprecia con claridad el movimiento a pesar de las pérdidas originadas por el paso del tiempo. anatómicamente la obra muestra un gran equilibrio en la proporción.
Se trata de un ejemplo del arte escultórico de la cultura etrusca, que ya en la Antigüedad estaba rodeada por un aura de misterio; incluso sus contemporáneos griegos se sentían intrigados por el repentino surgimiento de ese pueblo como potencia marítima y comercial, por ese pueblo antiguo que, según Dionisio de Halicarnaso, “no se asemeja a ningún otro en su idioma y costumbres”. El arte etrusco recibió desde sus inicios una importante influencia del griego, debido a la conexión cultural existente entre ambos pueblos a lo largo de la historia de la cultura etrusca. Este influjo se combinó con el de procedencia oriental y, a partir del siglo I a.C., con la influencia romana. No obstante, serán las tendencias asiática y griega las que determinen en mayor parte el desarrollo del arte etrusco. Sobre esta base se configurará un arte propio, marcado por el gusto por la estilización y por la vivacidad del cromatismo. Una de sus principales manifestaciones escultóricas será el retrato, que tendrá fundamentalmente una finalidad funeraria, dado que en la cultura etrusca los ritos y la iconografía fúnebres tendrán un papel clave. No obstante, también existen algunos ejemplos de retrato conmemorativo, como la cabeza de bronce de Lucio Juno Bruto (h. 300 a.C.), el legendario primer cónsul de la República Romana. El retrato etrusco no es una simple copia del griego, sino una creación original que combina serenidad y pasión, directo antecesor del retrato romano.
Esta pieza procede de la colección de Georges Savès (1908–1985), numismático y coleccionista francés con una profunda vocación por el estudio arqueológico. Heredero de una tradición familiar de coleccionismo, se dedicó plenamente desde los años 50 a la investigación histórica y numismática, especialmente en torno a Toulouse y las monedas galas. A lo largo de su vida reunió una colección ecléctica de piezas arqueológicas, etnográficas y artísticas, enriquecida en 1966 con la adquisición de parte de la colección Roger Bédiat. Autor de estudios especializados, su legado sigue siendo una referencia en el ámbito académico y patrimonial.