Modelo votivo anatómico de un órgano. Cultura etrusca, siglo V a.C. – siglo IV a.C.
Terracota.
En buen estado de conservación.
Procedencia: Antigua colección privada belga, antiguo comerciante de antigüedades español (2022), antigua colección privada belga, Bruselas.
Medidas: 9 x 9 x 9 cm.
La cerámica etrusca representa una mezcla vibrante entre creatividad local e influencias externas, particularmente provenientes de las culturas griega y del Cercano Oriente. Hacia el siglo VII a.C., los alfareros etruscos desarrollaron el estilo conocido como bucchero, distinguido por su acabado negro brillante, obtenido a través de una técnica de cocción reductora. Estos recipientes, a menudo cuidadosamente elaborados y decorados con grabados o relieves, se usaban tanto en la vida diaria como en contextos rituales. Las primeras versiones eran ligeras y elegantes, mientras que con el tiempo se transformaron en piezas más robustas y ornamentadas, imitando con frecuencia objetos metálicos.
Ya en el siglo VI a.C., la influencia griega en la cerámica etrusca se hizo más evidente, especialmente a través de la llegada de cerámicas corintias y áticas. En respuesta, los artesanos etruscos comenzaron a producir sus propias versiones pintadas, adoptando las técnicas de figuras negras y, más adelante, figuras rojas, propias del arte griego. Estos objetos, creados en talleres locales como los de Vulci y Cerveteri, solían representar escenas mitológicas, banquetes y competencias atléticas, a menudo reinterpretadas según la visión etrusca. Entre las formas más comunes se encontraban las ánforas, cráteras y kylikes, reflejando el papel central del symposium en su cultura.
Durante el siglo V a.C., la cerámica etrusca pasó a estar más marcada por características regionales y mostró una actitud más conservadora frente a las innovaciones que seguían surgiendo en la cerámica griega. A pesar de ello, continuó la producción de piezas de impasto, una cerámica más rústica y hecha a mano, utilizada principalmente en el ámbito doméstico. Esto evidencia la coexistencia de una tradición utilitaria junto a la elaboración de piezas decorativas más sofisticadas.