Elefante; China, dinastía Tang, 618-907.
Terracota policromada.
Adjunta termoluminiscencia.
Medidas: 25 x 30 x 16 cm.
Esta figura de elefante, realizada en terracota policromada y datada en la dinastía Tang (618–907), presenta un modelado compacto y un tratamiento pictórico muy degradado, pero aún legible en los restos de pigmento rojo y verde que articulan la silla de montar y algunos detalles ornamentales. El volumen del cuerpo, de proporciones robustas y líneas suavemente redondeadas, se combina con un diseño esquemático del rostro y las extremidades que responde a los cánones escultóricos de la estatuaria funeraria Tang. Resulta especialmente significativo, y relativamente infrecuente, encontrar la representación de un elefante en este tipo de figuras, pues la iconografía vinculada al mundo funerario de la época suele privilegiar camellos, caballos y guardianes zoomorfos asociados al comercio y a la protección espiritual, mientras que los elefantes, aunque conocidos a través de las rutas de intercambio, aparecen con mucha menor regularidad en el repertorio material conservado.
La dinastía Tang es considerada por los historiadores una era de esplendor comparable o incluso superior a la Han. Tras el gobierno despótico de Yang Di, Li Shimin instauró la dinastía elevando primero a su padre al trono por piedad filial. Bajo los Tang, y gracias al contacto con India y Oriente Medio a través de la Ruta de la Seda, el imperio experimentó un notable auge cultural: el budismo floreció y se integró en la vida imperial, la imprenta impulsó la difusión de textos y se desarrolló una producción artística colorista, expresiva y ecléctica, aunque aún centrada en usos funerarios. La cerámica de alta cocción se consolidó como símbolo de estatus, mientras que la terracota y el gres siguieron empleándose para el ajuar funerario. En este ámbito surgieron importantes innovaciones, como los vidriados tricolor sancai, junto a piezas decoradas con engobes. Los ajuares se organizan en seis grandes tipos —guardianes, figuras ceremoniales, animales, músicos y damas, utensilios y modelos arquitectónicos— y se distinguen tres periodos productivos: uno inicial (681–683) dominado por engobes sin vidriado; un segundo (683–779), correspondiente al apogeo del sancai; y un tercero, hasta inicios del siglo X, caracterizado por esmaltes sancai de calidad decreciente.
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