Huevo de avestruz. China, Dinastía Qing (1644–1912).
Pintado a mano. Con peana de madera de ébano.
Medidas: 19 x 12 cm.
Esta singular obra de arte consiste en un huevo de avestruz pintado a mano, sobre el cual se representa una escena procesional de inspiración oriental, minuciosamente ejecutada con pincel fino y colores sobrios pero expresivos. Las figuras humanas, dispuestas en movimiento a lo largo del cuerpo ovalado del huevo, parecen formar parte de un cortejo ceremonial o ritual, posiblemente relacionado con tradiciones cortesanas o religiosas propias de la dinastía Qing (1644–1912). La estética de la escena, el tratamiento del espacio y los detalles del vestuario y arquitectura remiten con claridad al arte visual de China durante este periodo, caracterizado por una rica narrativa pictórica y una atención meticulosa al detalle.
El huevo descansa sobre un soporte de madera oscura tallada, diseñado con la forma de una garra de avestruz, cuya factura sugiere un alto grado de artesanía. La elección de esta forma, exótica e inusual, parece acentuar el carácter híbrido de la pieza: una fusión entre lo natural, lo simbólico y lo ornamental. El contraste entre la superficie delicadamente ilustrada del huevo y la solidez expresiva de la base crea una tensión visual que añade profundidad estética al conjunto.
Se trata, sin duda, de una pieza decorativa de carácter excepcional, que puede haber sido concebida tanto para el consumo interno de la élite como para el mercado de exportación, que durante los siglos XVIII y XIX mostró un ávido interés por los objetos orientales de lujo. La combinación del huevo de avestruz —un objeto ya de por sí considerado exótico en Asia— con una escena típicamente Qing, revela un encuentro entre mundos, donde naturaleza, arte y coleccionismo convergen.
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