Abanico de las mil caras; China, Cantón, siglo XIX.
Seda policromada y varillaje de madera lacada.
Medidas: 45 x 83 cm.
Este tipo de abanicos, así llamados por la aplicación de pequeñas placas de marfil para los rostros, se caracterizan por el país pintado a mano, con amplias escenas ambientadas en jardines, inspiradas en la antigua corte china. Habitualmente predomina una paleta similar a la de la porcelana, como vemos en la pieza que nos ocupa.
Durante el siglo XIX, el abanico adquirió una notable relevancia tanto cultural como económica. Considerado un objeto de distinción y refinamiento, el abanico no solo cumplía una función práctica como instrumento para mitigar el calor, sino que también se convirtió en un vehículo artístico y simbólico. Los talleres cantonenses producían abanicos de altísima calidad, elaborados con materiales preciosos como marfil, nácar, papel dorado y seda, decorados con escenas costumbristas, motivos florales y caligrafía. Estos objetos eran muy valorados tanto en el mercado interno como en el comercio de exportación, especialmente hacia Europa, donde fueron considerados piezas exóticas y lujosas dentro del gusto orientalista de la época. Así, el abanico se consolidó en Cantón como un emblema del intercambio entre Oriente y Occidente
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