Escuela japonesa. Época Meiji, ca.1880.
Pareja de pinturas sobre seda.
Con firmas e inscripciones.
A una le falta el cristal.
Presentan manchas de humedad. Algún descantillado en los marcos.
Medidas: 35 x 28 cm.; 51 x 41 cm.(marco).
Estas pinturas japonesas de la época Meiji pertenecen a un momento de gran transformación cultural y artística en Japón, cuando el país, tras siglos de aislamiento bajo el shogunato Tokugawa, se abrió al mundo y comenzó un proceso de modernización bajo el emperador Meiji (1868-1912).
Durante este período, las artes reflejaron la tensión entre la tradición y la influencia occidental. Aunque surgieron nuevos estilos que incorporaban técnicas y perspectivas europeas, también se mantuvo una fuerte corriente de pintura tradicional japonesa (nihonga), ejecutada sobre seda o papel, con pigmentos minerales y tinta, y con temas costumbristas o cortesanos.
Las dos obras en licitación son pinturas sobre seda, lo que ya indica un trabajo refinado y minucioso, típico de la pintura de gabinete o decorativa de finales del siglo XIX. Ambas representan escenas de interiores femeninos, aposentos con camas con dosel, tratadas con un dibujo lineal y una policromía viva en las vestimentas, contrastando con los fondos neutros o marrones claros.
En la primera pintura, aparecen tres mujeres de pie: una anciana y dos damas jóvenes, todas vestidas con kimonos ricamente decorados y peinados tradicionales. La escena parece ambientarse en una estancia privada, posiblemente de una casa aristocrática o de una cortesana, dado el refinamiento del entorno. En la segunda pintura, nuevamente tres figuras femeninas se sitúan en una habitación similar; esta vez, una joven yace en la cama mientras dos mujeres la atienden. La composición transmite intimidad y cuidado doméstico, posiblemente una escena de enfermedad, descanso o preparación ceremonial.
El estilo es lineal y descriptivo, propio de la transición hacia el nihonga temprano, donde la atención al detalle en los textiles y la serenidad de las figuras son esenciales. Los colores vivos de los kimonos contrastan con los muebles oscuros y los fondos neutros, reforzando el protagonismo de las figuras femeninas. Los rasgos faciales discretos y la elegancia contenida son herencia del arte Edo, pero el interés por el interior doméstico y la representación más íntima del mundo femenino reflejan sensibilidades modernas del período Meiji, influenciadas por el auge de la burguesía urbana y por un creciente interés en la vida cotidiana.
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