Escuela holandesa del siglo XVII.
“Paisaje con señor feudal y siervos”.
Óleo sobre tabla de roble.
Marco del siglo XX.
Medidas: 22 x 32 cm; 30 x 41 cm (marco).
En esta obra podemos ver un amplio paisaje construido sobre una sólida estructura hábilmente resuelta, ya que combina en equilibrio las diagonales y las horizontales, realzadas por los juegos de luz, para asentar firmemente la construcción espacial. En él aparecen figuras a caballo, un grupo de personajes capitaneado por un señor feudal junto a sus siervos. La sabia composición, así como la forma de trabajar las copas de los árboles y otros detalles formales, permiten relacionar esta obra dentro de la tradición de la escuela flamenca. Los pintores de la escuela flamenca descubrirán durante la primera mitad de la centuria el paisaje italiano, principalmente el de Claudio de Lorena y Nicolas Poussin. Se sentirían principalmente atraídos por sus luces, de tonos dorados y rosados dominando el horizonte, creando una atmósfera delicada y difuminada, de gran lirismo. A partir de esta influencia se desarrollará un paisaje totalmente diferente al que había sido propio de la escuela holandesa hasta el momento, menos realista y más fantasioso, ideal al modo clásico.
“Paisaje con señor feudal y siervos”.
Óleo sobre tabla de roble.
Marco del siglo XX.
Medidas: 22 x 32 cm; 30 x 41 cm (marco).
En esta obra podemos ver un amplio paisaje construido sobre una sólida estructura hábilmente resuelta, ya que combina en equilibrio las diagonales y las horizontales, realzadas por los juegos de luz, para asentar firmemente la construcción espacial. En él aparecen figuras a caballo, un grupo de personajes capitaneado por un señor feudal junto a sus siervos. La sabia composición, así como la forma de trabajar las copas de los árboles y otros detalles formales, permiten relacionar esta obra dentro de la tradición de la escuela flamenca. Los pintores de la escuela flamenca descubrirán durante la primera mitad de la centuria el paisaje italiano, principalmente el de Claudio de Lorena y Nicolas Poussin. Se sentirían principalmente atraídos por sus luces, de tonos dorados y rosados dominando el horizonte, creando una atmósfera delicada y difuminada, de gran lirismo. A partir de esta influencia se desarrollará un paisaje totalmente diferente al que había sido propio de la escuela holandesa hasta el momento, menos realista y más fantasioso, ideal al modo clásico.