Real Manufactura de Sèvres. Época: Imperio napoleónico (ca, 1810–1815).
Cuenco en porcelana, esmaltes polícromos y dorado a fuego sobre fondo azul cobalto (“bleu de Sèvres”).
Porcelana moldeada, pintada a mano y dorada.
Con cuño en la base e inscripción que refleja que la pieza se trata de un regalo de Napoleón Bonaparte a la princesa Murat.
En excelente estado de conservación.
Medidas: 16 cm. (diámetro) x 7,5 cm. (alto).
Este cuenco de porcelana pertenece a la producción de la Manufactura de Sèvres durante la época imperial francesa, en torno a la segunda década del siglo XIX. Realizado en porcelana dura finamente esmaltada y dorada, presenta el característico fondo azul cobalto (“bleu de Sèvres”), sobre el cual se aplican ricos adornos neoclásicos en oro mate y brillante, con motivos vegetales y fantásticos —roleos, hojas de acanto y figuras aladas— que encuadran una cartela central pintada a mano.
La escena principal, ejecutada con gran precisión y sentido narrativo, muestra a varios oficiales a caballo, uno de ellos en actitud central de mando, rodeado de otros jinetes en uniforme militar. La composición remite a los retratos ecuestres oficiales del periodo napoleónico y puede interpretarse como una alusión a los triunfos militares del Imperio, a la batalla de Moscova (Borodinó, 1812), episodio decisivo de la campaña de Rusia.
Según la inscripción en la base del cuenco, habría sido un obsequio de José Bonaparte, hermano del emperador Napoleón y entonces rey de España, a la princesa Murat, esposa de Joaquín Murat, rey de Nápoles, y cuñado del emperador. La dedicatoria conmemoraría el final de la campaña rusa, integrándose así en la práctica cortesana de ofrecer porcelanas personalizadas como símbolo de fidelidad y prestigio dentro del entorno imperial.
El interior del cuenco es blanco, sin decoración, lo que acentúa el contraste con la suntuosidad del exterior. Tanto el perfil como el dorado del borde y del pie confirman su pertenencia a las series de lujo de Sèvres, destinadas a regalos diplomáticos o familiares de alto rango.
El estado de conservación es excelente: los colores se mantienen vivos, el dorado conserva su brillo y no se observan fisuras ni pérdidas de esmalte. La calidad de la pintura, la fineza del dorado y el contexto histórico hacen de esta pieza un ejemplo sobresaliente del arte cortesano napoleónico, donde la porcelana se convierte no solo en objeto decorativo, sino también en instrumento de representación política.
.jpg)