Escuela española de la segunda mitad del siglo XIX.
“Retrato de caballero”, 1869.
Carboncillo y grafito sobre papel.
Firmado “F. de Mº” y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 60 x 44 cm; 79 x 61 x 5 cm (marco).
En este retrato el autor nos muestra a un caballero elegantemente vestido, con gola y casaca negra. El personaje aparece retratado de busto corto con el cuerpo levemente girado y el rostro vuelto hacia el frente, mirándonos directamente. A nivel formal destaca especialmente el tratamiento del rostro, muy dibujístico.
En el siglo XVIII, el panorama del retrato europeo es variado y amplio, con numerosas influencias y determinado en gran parte por el gusto tanto de la clientela como del propio pintor. Sin embargo, en esta centuria nace un nuevo concepto del retrato, que irá evolucionando a lo largo del siglo y que unificará a todas las escuelas nacionales: la voluntad de plasmar la personalidad del ser humano y su carácter, más allá de su realidad externa y su rango social, en su efigie. Durante la centuria anterior el retrato se había consolidado entre las clases altas, no estando ya únicamente reservado a la corte. Por ello las fórmulas del género, según avance el siglo XVII y más aún en el XVIII, se irán relajando y alejándose de las ostentosas y simbólicas representaciones oficiales propias del aparato barroco. Por otro lado, el siglo XVIII reaccionará contra la rígida etiqueta del siglo anterior con una concepción de la vida más humana e individual, y esto se reflejará en todos los ámbitos, desde el mueble que se hace más pequeño y cómodo, sustituyendo a los grandes muebles dorados y tallados, hasta el mismo retrato, que llegará a prescindir, como aquí vemos, de todo elemento simbólico o escenográfico para plasmar al individuo en lugar de al personaje.