ANNIBALE CARRACCI (Bolonia, 1560 – Roma, 1609)
“Boceto con rostro de santo”.
Sanguina sobre papel.
Enmarcado con cristal museo.
Medidas: 10 x 10 cm; 30 x 30 cm (marco).
Esta sanguina atribuida a Annibale Carracci representa un estudio a dos figuras de busto, concebido con la finalidad preparatoria propia del dibujo de taller. La composición muestra, en primer plano, el perfil de un santo o religioso, mientras que, en segundo plano, de manera más tenue, pero con clara intencionalidad, se esboza el rostro frontal de otro religioso.
El empleo de la sanguina, técnica habitual en el ámbito boloñés de finales del Cinquecento, permite a Carracci explorar con soltura tanto el volumen anatómico como la expresión facial. La textura del medio proporciona una calidez tonal que enfatiza la humanidad de los modelos, característica esencial en la renovación del lenguaje naturalista promovida por los Carracci desde la Accademia degli Incamminati.
La elección del perfil para el primer busto responde a una tradición iconográfica heredada del retrato clásico y renacentista, asociada a la nobleza y la contemplación. El rostro de perfil está cuidadosamente delineado, con especial atención a la nariz, la frente y la línea del mentón, mientras que el tratamiento del cabello y del hábito religioso queda resuelto con trazos más libres, lo que revela la condición de boceto de la obra. Por su parte, el segundo rostro, menos desarrollado, pero no por ello carente de expresividad, parece funcionar como contrapunto al retrato principal.
El dibujo puede entenderse como parte del proceso de investigación visual típico de Carracci, donde se articulan el estudio de la figura humana y la búsqueda de una verdad emocional que se aleja de la rigidez manierista. Más allá de su función preparatoria, esta sanguina revela la maestría del artista en captar la interioridad de los personajes religiosos a través de gestos mínimos y una economía de medios que no resta fuerza ni intención al resultado final.
A comienzos del siglo XVII, al tiempo que Caravaggio alumbraba su ruptura de los convencionalismos manieristas e incluso renacentistas, en Bolonia surgía, de la mano de Carracci, un nuevo modo de entender la pintura que habitualmente viene siendo denominado "eclecticismo". Pretendía integrar lo mejor de cada maestro, en especial Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Veronés y Correggio. Sin embargo, la personalidad de Annibale Carracci le llevó a evolucionar hacia un clasicismo muy personal, que no desdeñaba ciertos logros caravaggiescos.