JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
Sin título.30-01-1975.
Gouache y tinta china sobre cartulina.
Firmado y fechado.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por ADOM.
Publicado en "Miró Drawings vol. IV 1973-1976", Jacques Dupin, pg. 135, núm. 2661.
Medidas: 50 x 50 cm.
Esta obra de Joan Miró, realizada en gouache y tinta china sobre cartulina, despliega sobre un fondo blanco una constelación de signos y trazos que encarnan la libertad gestual característica del artista en su etapa madura.
El soporte recibe sutiles perturbaciones de goteos tenues y translúcidos, que aportan una atmósfera de ligereza y suspensión. Sobre esta blancura vibran sutiles manchas rojizas, aplicadas con economía y equilibrio, que introducen una pulsación cromática cálida frente al predominio gráfico del negro. La tinta china se manifiesta en trazos negros de variada intensidad: algunos gruesos y contundentes, otros más finos y delicados, todos ejecutados con un espíritu espontáneo y directo. Aparecen manchones densos, flechas y líneas que culminan en formas circulares negras, evocando fugazmente la grafía musical o un sistema de signos personales.
El conjunto transmite la sensación de un lenguaje plástico en plena libertad, en el que Miró articula ritmo, gesto y vacío, dejando que cada línea, gota y mancha respire con autonomía dentro de la composición. La obra, en su aparente sencillez, revela un refinado equilibrio entre lo accidental y lo intencionado, típico de la poética mironiana de los años setenta.
Joan Miró se forma en Barcelona, entre la Escuela de la Lonja y la Academia Galí. Ya en la temprana fecha de 1918 realiza su primera exposición, en las Galerías Dalmau de Barcelona. En 1920 se traslada a París y se encuentra con Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Allí, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, va madurando su estilo; trata de trasponer a lo visual la poesía surrealista, basándose en la memoria, la fantasía y lo irracional. Desde este momento su estilo inicia una evolución que le lleva a obras más etéreas, en las que las formas y las figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y manchas de color abstractos. En 1924 firma el primer manifiesto surrealista, aunque la evolución de su obra, demasiado compleja, no permite adscribirle a ninguna ortodoxia determinada. Su tercera exposición en París, en 1928, supone su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere dos obras suyas. Regresa a España en 1941, y ese mismo año dicho museo le dedica una retrospectiva que supondrá su definitiva consagración internacional. Durante la década de los cincuenta experimentó con otros medios artísticos, como el grabado, la litografía y la cerámica. Desde 1956 y hasta su muerte, en 1983, reside en Palma de Mallorca en una suerte de exilio interior, mientras crece su fama internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos premios, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia de 1954 y de la Fundación Guggenheim en 1959, el Carnegie de Pintura en 1966, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña (1978) y de las Bellas Artes (1980), y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Harvard y Barcelona. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró de Barcelona, inaugurada en 1975, así como en los principales museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París o la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.
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