Trabajo flamenco; siglo XVII.
“Escudo heráldico”.
Alabastro tallado.
Posee marco del siglo XIX con leves faltas.
Medidas: 24 x 22 cm; 39 x 34 cm (marco).
Escudo realizado en alabastro cuyas calidades materiales, provocan un resultado traslucido y brillante que enriquecen el acabado de la pieza. La pieza se define por un blasón sin división en cuarteles, decorado por rayas longitudinales. El timbre posee el habitual yelmo, muy común en los escudos. Sin embargo, la cimera, es decir la zona superior remata en este caso con un brazo que en su mano sostiene una espada en actitud atacante.
Los diseños heráldicos se generalizaron entre la nobleza europea en el siglo XII. La heráldica hereditaria y sistemática se había desarrollado a principios del siglo XIII. Exactamente quién tenía derecho a usar armas, por ley o convención social, aunque esta ley variaba hasta cierto punto entre países. Los primeros diseños heráldicos eran personales, utilizados por nobles individuales, que también podrían alterar su diseño elegido, aunque los escudos se volvieron hereditarias a finales del siglo XII, en Inglaterra por el rey Ricardo I durante la Tercera Cruzada (1189-1192). A finales del período medieval, el uso de escudos heráldicos se extendió al clero, a las ciudades como identificadores cívicos y a organizaciones autorizadas por la realeza, como universidades y empresas comerciales. El término escudo de armas en su origen se refiere a la sobrevesta con diseños heráldicos que usan los combatientes, especialmente en el torneo de caballeros, en el francés antiguo cote a armer. A pesar de que no existe una regulación generalizada común y previsible, la heráldica se ha mantenido constante en toda Europa, donde la tradición por sí sola ha gobernado el diseño y el uso de armas