Escuela renacentista española, segundo tercio del siglo XVI.
"La adoración de los Reyes Magos".
Madera tallada, policromada y dorada (posterior).
Enmarcado sobre tablero de época posterior.
Presenta restauraciones y repintes.
Medidas: 66 x 181,5 x 8 cm.
Plafón escultórico en altorrelieve representando la Adoración de los Reyes Magos. La escena responde al gusto narrativo y teatral característico del foco castellano de mediados del siglo XVI, con ecos de la estética introducida por Alonso Berruguete, cuya impronta se percibe tanto en la agitación contenida de las figuras como en la búsqueda de expresividad psicológica. En el centro de la composición, el Niño Jesús, entronizado en el regazo de la Virgen María, actúa como eje axial de la escena, atrayendo la devoción de los Reyes Magos. Baltasar, aún erguido, extiende su copa con incienso, símbolo del homenaje regio, mientras que Melchor y Gaspar se postran reverentes ante el infante, entregando también sus cofres de mirra y demás especies. Esta disposición triangular remite a fórmulas compositivas renacentistas de raigambre italiana, filtradas por los talleres castellanos a través de grabados nórdicos y modelos escultóricos toscanos. Los pajes, situados en los extremos, recogen las pesadas capas de sus señores con estudiada elegancia, generando un movimiento envolvente que contribuye al dinamismo de la escena. La expresividad de los rostros revela un interés por la individualización de las emociones: la Virgen aparece serena pero levemente turbada; San José, en segundo plano, observa con una actitud admonitoria, acaso consciente del destino trágico que aguarda al Niño. La arquitectura que encuadra la escena, pilastras corintias talladas en bajorrelieve, aporta un marco escénico y una clara referencia al lenguaje clásico, tan apreciado por los escultores del Renacimiento español. Detrás, dos caballos se insinúan allados también en bajorrelieve, reforzando la ilusión de espacio sin romper la unidad plástica del conjunto. Esta Adoración bien podría haber formado parte de un retablo mayor, dado su carácter jerárquico y su cuidada ejecución, destinada a generar un impacto devocional en el fiel a través del dramatismo contenido y la riqueza visual. La combinación de policromía mate en las carnaciones con estofado dorado en los ropajes fue característico de este tipo de plafones renacentistas. Los dorados son posteriores pero se basan en modelos de la época.