Escuela flamenca, ca. 1500.
"San Juan Bautista, Virgen coronada y San Roque".
Madera tallada, policromada y dorada.
La composición del retablo es del XIX-XX.
La escultura central es un elemento de la misma época pero de mano distinta a la del conjunto.
Presenta grietas y pérdidas y faltas en la capa pictórica.
Medidas: 83 x 32 x 21 cm (talla exenta); 157 x 155 x 25 cm.
Este retablo flamenco acoge dos esculturas originales (altorrelieves) y una Virgen exenta (en la hornacina central) de la misma época pero de distinta factura y procedencia. Se estructura como tríptico de tipo arquitectónico, cuyas formas denotan un gusto propio del gótico internacional, presenta arcos ojivales y trilobulados rematados por elaborada tracería, mientras que las figuras se elevan sobre zócalos con nervaduras. La Virgen Mar porta en su mano izquierda un volumen abierto de los Evangelios, símbolo de sabiduría y encarnación del Verbo, mientras que con la derecha muestra la palma abierta, gesto de ofrecimiento o bendición. Su manto, tallado con pliegues angulosos y profundos (característicos de la escultura flamenca de finales del siglo XV), desciende en formas quebradas que confieren verticalidad y solemnidad al conjunto. El rostro, de frente despejada, mirada lánguida y labios delicadamente dibujados, refleja una dulzura melancólica que remite al ideal de belleza espiritualizado de la devotio moderna. A su izquierda se ubica San Roque, joven peregrino que alza la túnica para mostrar la llaga de la peste en su muslo, acompañado de su perro fiel. La expresión del rostro, entre resignada y contemplativa, acentúa su carácter protector frente a las epidemias, tan frecuente en el culto bajomedieval. A la derecha, San Juan Bautista aparece en su iconografía habitual, medio cubierto de pelliza y acompañado por el Agnus Dei (el Cordero de Dios), al que señala mientras sostiene una filactelia con la inscripción Ecce Agnus Dei. La dinámica del gesto y la inclusión del texto convierten la figura en un puente teológico entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, insistiendo en su papel como precursor del Mesías. La anatomía del santo, minuciosamente trabajada, sugiere un conocimiento del cuerpo humano que empieza a emerger en este periodo tardomedieval, si bien aún contenido por la estilización del gótico internacional. Las figuras de San Roque y San Juan Bautista dialogan entre sí, armonizando en sus posturas, en ligero contrapposto, y en el gesto de señalar con el dedo a la criatura respectiva que da sentido a su iconografía.