Escuela española o italiana; primera mitad del siglo XVIII.
“San Antonio de Padua con el Niño”.
Madera tallada, policromada y ojos de pasta vítrea.
Presenta daños provocados por xilófagos.
Medidas: 163 x 65 x 53 cm.
Escultura realizada en madera tallada y policromada, con aplicación de ojos de pasta vítrea que representa a san Antonio con el Niño. La pieza constituye un sobresaliente ejemplo de la imaginería devocional barroca de la Escuela española o italiana de la primera mitad del siglo XVIII. La obra destaca por su notable calidad técnica, tanto en el tratamiento escultórico de los volúmenes como en la riqueza y precisión de la policromía, lo que le confiere una fuerza expresiva de honda intensidad emocional y espiritual.
San Antonio aparece representado en actitud contemplativa, sosteniendo al Niño Jesús en brazos, en una composición de gran dulzura y dinamismo contenido. El rostro del santo, de facciones serenas y profundamente idealizadas, refleja un estado de recogimiento extático, intensificado por los ojos de pasta vítrea, que aportan una vivacidad singular a la mirada. El Niño, por su parte, se presenta con una expresión delicadamente infantil, modelado con suavidad en los planos anatómicos, lo que acentúa su corporeidad y su carácter humano-divino.
El tratamiento de la talla evidencia un dominio refinado de la técnica: los pliegues del hábito franciscano, con su ritmo fluido y naturalista, están resueltos con gran sensibilidad táctil, revelando un profundo conocimiento del comportamiento textil y un gusto ornamental comedido pero eficaz. La policromía, aplicada con maestría, combina tonos terrosos, dorados y carmines que subrayan el carácter sagrado de la escena sin renunciar a una dimensión cercana y tangible.
Obras como esta, realizadas con un claro propósito devocional, responden al ideal barroco de conmover al fiel a través de la imagen, sirviendo no solo como objeto de culto sino también como vehículo de contemplación mística. La conjunción de elementos naturalistas y sobrenaturales, junto con el virtuosismo técnico del escultor, convierten esta pieza en un testimonio elocuente del esplendor artístico alcanzado por la escultura religiosa en el ámbito mediterráneo durante el primer tercio del siglo XVIII.