Escuela aragonesa o catalana; Finales del siglo XII-principios del siglo XIII.
"Virgen sentada con Niño".
Madera tallada.
Conserva restos de policromía.
Medidas: 54,5 x 20 x 13 cm.
Imagen de medio bulto tallada en madera, policromada, representando a María sedente, con el Niño en su regazo. Sigue el modelo mariano de la "Sede Sapientae", vestida con túnica y manto, acogiendo al Niño pero sin establecerse una relación maternal entre ambos. Pliegues paralelos y en "v", típicamente románicos, marcan un ritmo regular en los drapeados del manto, cuyos estampados dorados sobre el rojo de la Pasión otorgan una luminosa sustancia a la figura mariana. Dentro de la escultura románica distinguimos dos categorías: la que aparece inscrita en el marco arquitectónico y la exenta. En esta última categoría la iconografía no es aún muy extensa, dado que el panteón de santos es todavía breve. Lo más común será la representación de Cristo crucificado y, aún en mayor número, la Virgen concebida como trono de Dios (“Sedes Sapientiae”), categoría a la que pertenece la talla que aquí presentamos. En el románico, la Virgen María no es más que el asiento de la divinidad; no se presenta como la madre de Dios, por lo que no existe relación afectiva entre ella y el Niño. De hecho, en estos momentos la Virgen no es aún un personaje relevante dentro de la Iglesia. Estas Vírgenes trono de Dios románicas se realizaron siempre en un tamaño que ronda entre los 50 y los 100 cm de altura, principalmente en madera tallada, y en ellas el protagonista siempre es el Niño, pese a la diferencia de tamaño con su madre. Jesús aparece siempre tal y como aquí vemos, frente al espectador, y normalmente en el centro, si bien aquí queda ligeramente desplazado hacia un lado, en una posición más natural que nos indica un claro avance formal dentro del románico. Como hemos dicho, no existe relación afectiva entre María y Jesús, sino que se dan la espalda y miran directamente al frente, al espectador.