Escuela española, talleres de imaginería de Olot. Finales del siglo XIX.
"Niño Jesús de la Pasión".
En madera tallada y policromada.
Medidas: 90 x 40 x 20 cm.
La escultura representa al Niño Jesús de la Pasión, una iconografía de profundo arraigo devocional en la imaginería cristiana, especialmente difundida a partir del siglo XVIII. La figura aparece de pie sobre un pequeño monte rocoso, sosteniendo con los brazos extendidos un madero que anticipa la futura cruz de su sacrificio. El gesto, sereno y resignado, simboliza la aceptación temprana del destino redentor.
El Niño viste una túnica de tono verde-agua, ligeramente ceñida a la cintura por una faja rosada rematada con borlas doradas. La prenda se decora con una discreta botonadura central y ribetes dorados en el borde inferior y en las mangas. Sobre la cabeza porta un resplandor de rayos dorados, atributo que subraya su naturaleza divina. Los pies desnudos descansan sobre un grupo de rocas, recurso compositivo que dota de estabilidad a la figura y acentúa su verticalidad.
El rostro, de facciones suaves y expresión dulce, refleja la característica idealización infantil de la imaginería religiosa catalana. La mirada, dirigida al frente, transmite una mezcla de candor y conciencia del sacrificio, rasgo que conecta la ternura infantil con el simbolismo pasionista. La policromía, aplicada en tonos suaves y luminosos, contribuye al efecto de pureza e inocencia que define el conjunto.
Por sus rasgos formales y técnicos, la pieza puede atribuirse a los talleres de imaginería de Olot, activos desde mediados del siglo XIX. Estos talleres lograron combinar la herencia del barroco devocional con los métodos de producción seriada propios de la era industrial. La utilización de pasta de madera o estuco policromado, en lugar de madera tallada, permitió una difusión masiva de modelos religiosos a precios asequibles, manteniendo una notable calidad artística.
Aunque inspirada en tipologías del siglo XVIII, esta escultura corresponde a la reinterpretación neobarroca desarrollada por la Escuela de Olot entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su factura pulida, el cromatismo delicado y el equilibrio entre realismo y sentimentalismo la sitúan dentro de la línea estética promovida por los talleres gerundenses, que buscaron un arte devocional accesible y emocionalmente eficaz.
El Niño Jesús de la Pasión se convirtió en una de las imágenes más difundidas por la imaginería olotina. Su iconografía, que muestra al Niño cargando la cruz antes de la Pasión, evocaba la aceptación inocente del sacrificio redentor y fomentaba la devoción doméstica, especialmente en ámbitos femeninos y escolares. En este sentido, la obra no solo cumple una función estética, sino también catequética y afectiva, al presentar la redención a través de la ternura infantil.
En conjunto, esta escultura constituye un excelente ejemplo del sincretismo entre tradición barroca e industria religiosa catalana, testimonio de cómo la imaginería de Olot logró perpetuar modelos devocionales clásicos adaptándolos a las sensibilidades de la religiosidad moderna.
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