Escuela francesa. Época Art Nouveau, ca.1900.
Busto de "Cléo de Merode".
Arenisca.
Medidas: 56,5 cm. altura.
Este busto de factura francesa realizado en el fin-de-siecle, representa a Cléo de Mérode, una de las figuras más emblemáticas de la Belle Époque. La obra muestra a la bailarina con un delicado tocado que envuelve su cabello, a modo de pañuelo o pequeño gorro, ornamentado con una gran rosa a cada lado, recurso muy afín al gusto decorativo del periodo. El escote amplio del vestido deja los hombros al descubierto, mientras que la cabellera, suelta y ondulada, se escapa en mechones que aportan movimiento y naturalidad. La joven ladea ligeramente la cabeza, gesto que acentúa su aire introspectivo; su expresión, de mirada profunda y sensual, transmite una mezcla de dulzura, elegancia y reservado magnetismo.
En torno a su cuello luce una gargantilla fina, y bajo el pecho se aprecia un cinturón ancho que ciñe la blusa de pliegues suaves y naturales. La forma cuidada del torso y la delicadeza del modelado captan el aura de refinamiento que la convirtió en un icono de su tiempo.
Cléo de Mérode (1875–1966) fue una célebre bailarina francesa y una de las grandes musas de la Belle Époque. Ingresó muy joven en la Ópera de París y pronto destacó no solo por su destreza en la danza, sino también por su singular belleza, que la convirtió en protagonista de innumerables retratos, esculturas, fotografías y caricaturas. Fue admirada por artistas, escritores y aristócratas, y su imagen llegó a convertirse en un símbolo de elegancia y modernidad. Su célebre peinado con raya al medio y bucles laterales marcó tendencia entre las mujeres de la época. Más allá de su fama social, Mérode mantuvo una larga carrera artística, evolucionando desde la danza clásica hacia espectáculos internacionales y conservando hasta avanzada edad una reputación de refinamiento, reserva y profesionalidad que contribuyó a su leyenda.
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