Botellero; Estocolmo, Suecia, c. 1863.
Metal plateado.
Fechado y localizado en el reverso.
Medidas: 44 x 30 x 22 cm.
Botellero sueco, realizado en Estocolmo hacia 1863, es un ejemplo de las artes decorativas del siglo XIX, un periodo en el que los objetos funcionales se concebían también como auténticas obras de arte.
La pieza adopta la forma de una figura masculina desnuda, de clara inspiración clásica, que sostiene sobre su cabeza una estructura vegetal destinada a alojar una botella. La anatomía idealizada, el contrapposto equilibrado y la serenidad del gesto remiten directamente a los modelos de la escultura grecorromana, reinterpretados desde la sensibilidad historicista propia del siglo XIX.
El metal plateado, cuidadosamente trabajado, aporta luminosidad y refuerza el carácter refinado del objeto. La superficie refleja la luz de manera suave, destacando los volúmenes del cuerpo humano y los detalles naturalistas de la base y de los elementos vegetales que envuelven la botella. Esta combinación de figura humana y ornamento vegetal crea un diálogo armonioso entre naturaleza, arte y función.
Más allá de su utilidad práctica, el botellero actúa como pieza central de mesa, pensada para impresionar y generar conversación en los salones burgueses de la época. En este contexto, el servicio del vino se convertía en un ritual social cargado de simbolismo, donde el lujo discreto y la erudición estética iban de la mano.
Desde una lectura simbólica, la figura puede interpretarse como una alusión al mundo dionisíaco: el vino, el cuerpo ideal y la celebración refinada de los placeres, todo ello filtrado por el gusto culto y controlado del siglo XIX. No se trata de exceso, sino de equilibrio entre placer, belleza y funcionalidad.
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