ALBERTO GARCÍA-ALIX (León, 1956).
“Retrato de Enrique Bunbury”, 1990.
Fotografía en gelatina bromuro de plata. Ejemplar 6/7.
Presenta etiqueta al dorso de la galería Juana de Aizpuru, Madrid.
Firmada, fechada y titulada al dorso.
Medidas: 46 x 46 cm; 70 x 70 cm (marco).
En el libro Llorando a aquella que creyó amarme, García-Alix relató que debido a la falta de conexión entre el cantante Enrique Bunbury y él, le sugirió fotografiar únicamente sus botas, colocando sobre ellas el sombrero que llevaba puesto. Para García-Alix, esto no fue más que una maniobra para esquivar al personaje que tenía frente a él. Lo más sorprendente es que Bunbury quedó fascinado con el simbolismo de aquella imagen
Reconocido fotógrafo español, fue uno de los estandartes de la “movida madrileña” .Desde que en los años ochenta García-Alix inmortalizara el ambiente y los protagonistas de este movimiento cultural que con el tiempo adquirirían prestigio en sus respectivos campos (Pedro Almodóvar, Rossy de Palma, Camarón de la Isla...), su trabajo fotográfico también se ha ido revalorizando con el transcurrir de los años. Recibió el Premio Nacional de Fotografía en 1999. Fue Invitado especial Diario El País en ARCO'10. Ha celebrado exposiciones individuales en galerías (Buades, Moriarty , Efti de Madrid; Tecla Sala y H2O de Barcelona, Cavenamen de Sevilla...) y museos, entre otros: el MUSAC (León), en el Centro Galego de Arte Contemporáneo, en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, en el Museo Reina Sofía (retrospectiva en 2008) y, estos días sigue en curso la retrospectiva que le dedica La Virreina Centre de la Imatge, Barcelona: “Alberto García-Alix, autorretrat”, 2013. Aparezca él directamente o su entorno más íntimo, desde su gata hasta sus amantes, desde su habitación hasta las esquinas urbanas que salvó del anonimato integrándolas en un relato épico, el conjunto de su obra puede entenderse como un gran autorretrato. García-Alix se autodefine: “un rabioso exhibicionista de mi tiempo y mi angustia”. En otra ocasión afirma: “La gente a la que he tratado y fotografiado es sólo una parte de mi generación, la más perdida. El noventa por ciento de mi generación cronológica no tiene nada que ver conmigo. Suelo retratar más a seres anónimos que a personas conocidas. A quienes he retratado estaban siempre en el límite”.