Icono ruso, siglo XIX.
"Festividades, con escenas de la vida de Jesús”.
Témpera sobre madera.
Presenta retoques antiguos y desconchados en el borde.
Medidas: 35 x 30 x 3 cm.
Icono ruso estructurado en trece escaques, cada uno de los cuales recoge una escena de la vida de Jesús, desde el Nacimiento hasta la Resurrección, de modo que el ciclo de la Pasión, la Pascua, etc. reciben sus respectivas fiestas en el año litúrgico. En el centro ha sido representada la Resurrección y Ascensión de Cristo en mandorla. Estilísticamente se aprecia el extremo refinamiento que alcanzan los iconos rusos, que en el siglo diecinueve siguen respetando ciertos preceptos ortodoxos pero las figuras ganan en estilización y sus rasgos se suavizan. Vívidos pigmentos atienden al uso simbólico del color, y una línea sinuosa de trazo sintético alarga los cánones. Esta tipología responde al calendario de festividades.
Los iconos no pueden compararse con otras obras de arte en el sentido habitual de esta palabra. No son cuadros, porque no reproducen motivos de la realidad; no representan, sino que constituyen en sí mismos otro mundo. Y lo hacen con medios de representación especiales, desarrollados a lo largo de los siglos. En ellos, el color desempeña un papel significativo, el de un lenguaje simbólico que debe expresar no el color de las cosas, sino su luminosidad, una luz que procede de más allá del mundo físico. Los espacios dorados de los iconos encarnan esta luz no terrestre, y el fondo dorado simboliza el espacio que “no es de este mundo”. En los iconos no existe el espacio habitual, como tampoco existen acontecimientos convencionales. El icono es una ventana abierta a un mundo de otra naturaleza, pero esta ventana se abre sólo para quienes poseen una visión espiritual.