JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
“Cap i cua”, 1979.
Litografía, ejemplar 20/75.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 100 x 72 cm; 116 x 90 cm (marco).
Joan Miró desarrolló en sus obras una atmósfera característica, impregnada de impulsos primarios remanentes de sus contactos con el dadaísmo y el surrealismo. Sus pinturas funcionan como microcosmos, modelos simbólicos del mundo que buscan la comprensión del universo a través de la coexistencia entre los impulsos atávicos y el espacio artístico, lleno de reminiscencias culturales. Así, sus obras deben ser consideradas como expresión de su sentido de la vida, que se concreta.
Joan Miró se forma en Barcelona, y debuta individualmente en 1918, en las Galerías Dalmau. En 1920 se traslada a París y se encuentra con Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Allí, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, va madurando su estilo; trata de trasponer a lo visual la poesía surrealista, basándose en la memoria, la fantasía y lo irracional. Su tercera exposición en París, en 1928, supone su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere dos obras suyas. Regresa a España en 1941, y ese mismo año dicho museo le dedica una retrospectiva que supondrá su definitiva consagración internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos galardones, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia de y de la Fundación Guggenheim en, el Carnegie de Pintura en, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña y de las Bellas Artes, y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Harvard y Barcelona. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró de Barcelona, así como en el Museo Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París o la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.