JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
"La espuma de mar en las cuerdas". Serie "Personajes del mar", 1981.
Grabado al aguafuerte, aguatinta y carborundum sobre papel BFK Rives, ejemplar 19/60.
Con certificado de autenticidad en la parte trasera.
Firmado con sello y numerado a lápiz.
Sellado por Sucesión Miró, y firmado por Emilio Fernández Miró, nieto del artista.
Editado por encargo de la Sucesión Miró en 1990.
La obra pertenece a la última serie gráfica del artista.
Obra catalogada en: "Miró grabador. Jacques Dupin", vol.IV, pg 211, figura 1286.
Medidas: 69,5 x 43,5 cm.(huella); 96 x 75 cm.(papel); 116 x 95 cm.(marco).
Esta obra pertenece a la última etapa gráfica de Joan Miró y concentra muchos de los rasgos esenciales de su lenguaje maduro, especialmente en la serie “Personajes del mar”.
La obra transmite una sensación de espontaneidad, energía primitiva y poesía visual, como si el personaje emergiera directamente de la espuma del mar, atrapado en un instante de movimiento y libertad absoluta. La figura, con una pierna flexionada y brazos curvos que sugieren movimiento, parece flotar o avanzar sobre una superficie inestable, evocando el vaivén del mar.
El uso del negro es contundente y estructural: delimita el cuerpo del personaje y actúa como eje compositivo. Este negro, aplicado con carborundum, aporta una textura rugosa y matéricamente intensa, contrastando con el fondo blanco, que funciona como espacio abierto y silencioso.
Los colores primarios y secundarios aparecen como acentos simbólicos: el amarillo superior puede interpretarse como luz, sol o energía cósmica; el rojo central, en forma de gran boca abierta, introduce una dimensión expresiva y vital, casi lúdica; el verde y el azul, más contenidos, remiten directamente al universo marino, reforzando la idea de un ser surgido del agua. Pequeños puntos y gestos gráficos aportan ritmo y un carácter casi musical a la escena.
El personaje está definido poéticamente: es un ser imaginario, entre lo humano y lo elemental, típico del imaginario mironiano, donde el mar no es un paisaje literal, sino un territorio simbólico de libertad, juego y creación.
El aguafuerte y la aguatinta permiten una riqueza de líneas y veladuras, mientras que el carborundum intensifica la presencia física del trazo, reforzando el carácter casi escultórico de la figura. Esta combinación técnica es característica de los últimos grabados de Miró, donde el gesto se vuelve más libre, esencial y experimental. Se trata, por tanto, de una pieza plenamente representativa del Miró final, donde síntesis formal, fuerza matérica y simbolismo se unen en una imagen poderosa y profundamente lírica.
Joan Miró se formó en Barcelona y debutó en las Galerías Dalmau. En 1920 se trasladó a París, donde entró en contacto con Picasso y el círculo dadaísta y surrealista, contexto decisivo para la consolidación de un lenguaje propio basado en la poesía, la fantasía y lo irracional. Su reconocimiento internacional llegó pronto: en 1928 el MoMA de Nueva York adquirió obras suyas y en 1941 le dedicó una gran retrospectiva, confirmando su relevancia en el arte moderno.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios y distinciones y fue nombrado Doctor Honoris Causa por universidades como Harvard y Barcelona. Considerado una figura clave del surrealismo y del arte del siglo XX, su obra forma parte de las colecciones de los principales museos del mundo, entre ellos la Fundación Joan Miró de Barcelona, el MoMA, el Museo Reina Sofía, el Museo Thyssen-Bornemisza, la National Gallery de Washington y el MNAM de París.
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