JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
“L´illêtre aux carreaux rouges”, 1969.
Litografía sobre tela. Ejemplar 40/75.
Edita y Estampa Maeght.
Firmado y justificado a lápiz.
Medidas: 85,1 x 60,3 cm; 98 x 73,5 cm (marco).
L’illêtre aux carreaux rouges pertenece a un momento de plena madurez creativa de Joan Miró, cuando el artista había alcanzado un lenguaje absolutamente personal, depurado y libre de concesiones. La obra se inscribe en su universo poético de signos, figuras híbridas y símbolos flotantes, donde lo figurativo y lo abstracto conviven sin jerarquías. El “personaje” —ese illêtre, ser casi primitivo e imaginario—, aparece construido a partir de formas simples y un negro intenso, con los característicos cuadrados rojos que aportan ritmo visual y tensión compositiva, funcionando casi como anclas dentro del espacio pictórico.
En 1969, Miró se encontraba en una etapa de experimentación radical y de fuerte carga conceptual. Vivía entre Mallorca y sus estancias en París, y estaba profundamente interesado en romper con la pintura tradicional, incluso llegando a hablar de la “anti-pintura”. En esos años explora superficies más desnudas, gestos más directos y una iconografía cada vez más esencial, influida tanto por el arte infantil como por el arte primitivo y la caligrafía oriental.
Joan Miró se formó en Barcelona entre la Escuela de la Lonja y la Academia Galí, y debutó tempranamente con su primera exposición en 1918 en las Galerías Dalmau. En 1920 se trasladó a París, donde entró en contacto con figuras clave de la vanguardia —Picasso, los dadaístas y los surrealistas— y comenzó a desarrollar un lenguaje propio, influido por la poesía surrealista, la memoria y lo irracional. Aunque firmó el manifiesto surrealista en 1924, su obra evolucionó de forma autónoma hacia una síntesis cada vez mayor, reduciendo las formas a signos, líneas y manchas de color.
Su consagración internacional llegó a finales de los años veinte, cuando el MoMA de Nueva York adquirió obras suyas, y se consolidó definitivamente en 1941 con una gran retrospectiva en este museo. A partir de los años cincuenta amplió su investigación a técnicas como el grabado, la litografía y la cerámica. Desde 1956 hasta su muerte en 1983 vivió en Palma de Mallorca, mientras su prestigio creció a nivel mundial. Galardonado con los más importantes premios internacionales, su obra pasó a formar parte de las principales colecciones y museos de arte contemporáneo del mundo, con la Fundación Joan Miró de Barcelona como eje fundamental de su legado.
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