Escuela andaluza de principios del siglo XVIII.
“Via Crucis”.
Óleo sobre lienzo adherido a tablex. Reentelado.
Presenta repintes y burbujas de aire.
Medidas: 60 x53 cm; 67 x 60 cm (marco).
Pareja de óleos sobre lienzos de formato ovalado en la que se recogen dos escenas similares, pertenecientes a la representación del Via Crucis. Agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por los sufrimientos físicos y morales que le habían infringido la noche anterior, y sin haber dormido, Jesús apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron entonces los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas expectantes del público. El Mesías, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para seguir su camino. Según las interpretaciones teológicas, Jesús nos invita con sus actos a cargar con nuestra cruz y a seguirle, nos enseña aquí que también nosotros podemos caer, y que hemos de comprender a los que caen; que ninguno debe quedar postrado, todos hemos de levantarnos con humildad y confianza buscando su ayuda y perdón. Las escenas de cada una de las obras, muestran un momento diferente del camino del calvario. Una de ellas recoger el momento en el que Jesús va a ser fustigado por uno de los soldados, quizás el instante previo a su caída durante el calvario, temática recurrente en la iconografía cristiana. La otra imagen presenta una escena, que más tarde daría lugar a la iconografía de la Santa Faz, propia de la pintura devocional, es un episodio ocurrido durante la Pasión de Cristo, cuando en el camino al Calvario una mujer se quitó su velo para secar con él la cara del Mesías. La imagen del rostro de Jesucristo quedó impresa en el pañuelo de lino, y éste se conservó milagrosamente a través de los siglos, convirtiéndose en objeto de culto. La mujer más tarde sería llamada Verónica, cuya etimología deriva del latín “verum” (verdadero) y el griego “eikon” (imagen).