Círculo de DIEGO DE VELAZQUEZ Y SILVA (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660).
“Busto de dama”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones sobre la superficie pictórica.
Posee faltas en el marco.
Medidas: 43 x 32 cm; 51 x 41 cm (marco).
En esta obra vemos una escena enmarcada dentro del costumbrismo del siglo XVII, trabajada con un lenguaje realista donde destaca una composición, equilibrada y bien asentada. Dicha composición y el tema tratado por el autor, propio de las escenas de la realidad de la España del siglo de oro y de la literatura picaresca de la época, acercan la pieza a la corriente naturalista. Se trata de una pintura de costumbres que es un género en el cual se describen tipos populares y actitudes, comportamientos, valores y hábitos comunes a un grupo concreto de la población, región o clase por medio de la descripción, satírica, nostálgica o narrativa, de los ambientes, costumbres, vestidos, fiestas y diversiones, tradiciones, oficios y tipos representativos de una sociedad. La idea del costumbrismo surgió de un intento de comprender la realidad, o más precisamente, de la realidad entendida de una manera particular, desde un punto de vista específico.
Tanto la temática, como la precisión técnica de este retrato, dio lugar a una atribución artística vinculada con el círculo de Velázquez. Es canónico dividir la carrera de Velázquez por sus dos visitas a Italia. Rara vez firmaba sus cuadros, y los archivos reales sólo dan las fechas de sus obras más importantes. Las pruebas internas y la historia de sus retratos aportan el resto hasta cierto punto. Aunque conocía todas las escuelas italianas y era amigo de los pintores más destacados de su época, Velázquez tuvo la fuerza suficiente para resistir las influencias externas y desarrollar por sí mismo su propia naturaleza y sus propios principios artísticos. Rechazó la pompa que caracterizaba el retrato de otras cortes europeas y, en su lugar, aportó una reserva aún mayor a la fórmula sobria del retrato de los Habsburgo establecida por Tiziano, Antonio Mor y Alonso Sánchez Coello. Se le conoce por utilizar una paleta bastante limitada, pero mezclaba las pinturas disponibles con gran habilidad para conseguir matices variados. Sus pigmentos no diferían significativamente de los de sus contemporáneos y empleaba principalmente azurita, esmalte, bermellón, laca roja, amarillo de plomo y ocres. Sus primeras obras fueron pintadas sobre lienzos preparados con un fondo marrón rojizo. Durante su primer viaje a Italia, adoptó el uso de fondos gris claro, que mantuvo durante el resto de su vida. El cambio dio como resultado pinturas con mayor luminosidad y una gama de colores generalmente fría y plateada.
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