LORENZO DE ÁVILA (Ávila, c. 1473/1492-Toro, 1570).
“San Juan Evangelista”.
Óleo sobre tabla. Engatillada.
Presenta repintes, restauraciones y leves faltas.
Medidas: 87 x 74 cm.
En cuanto a la estética de la obra cabe citar la gran calidad técnica del autor. Compositivamente sitúa al protagonista en el centro de la escena, dispuesto de tal modo que, con su gesto de bendición, su figura sigue un patrón triangular de carácter clásico. Lo que permite una fácil lectura de la temática representada, ya que además el artista reduce al mínimo los elementos que componen la imagen, otorgando todo el protagonismo al santo, quien además destaca por su gran monumentalidad. Cabe destacar el tratamiento del color, con una paleta de colores brillantes y saturados que aporta expresividad a la obra, armonizando así con la temática representada. Esta imagen recoge un modelo iconográfico de San Juan Evangelista poco frecuente, en el que el santo aparece sujetando un cáliz con su mano derecha, del que sale una serpiente verde. Esta iconografía nace a partir de una historia asociada a la biografía del santo: se cuenta que, estando en Éfeso, a Juan le ofrecieron una copa de vino envenenado. Antes de beber, bendijo la bebida y el veneno salió de la copa, en forma de una pequeña serpiente verde. El más poético y conceptual de los cuatro evangelistas, Juan el Evangelista suele asimilarse a la figura del “discípulo amado”, y cuentan los escritos que tras el martirio de Pedro y Pablo se estableció en Éfeso. La tradición narra que fue llevado a Roma, donde el emperador Domiciano ordenó que fuera quemado con aceite hirviendo. No se le considera como un apóstol mártir según la tradición, ya que se salvó del martirio y fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis. San Juan Evangelista es una de las figuras que más aparecen en las narraciones y representaciones plásticas de la Pasión de Cristo. Suele representársele a los pies de la cruz junto a la Virgen, y fue él quien reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús en la Última Cena, siéndole revelado el nombre del discípulo que habría de traicionar a su maestro.
Estéticamente la obra presenta similitudes con la pintura de Lorenzo de Ávila, en concreto con el san Juan Evangelista que pertenece a la colección del Museo Monasterio Sancti Spritus el Real en Toro. Lorenzo de Ávila fue un pintor renacentista español, también conocido como el Maestro de Pozuelo, en honor a una localidad en la que había pintado un retablo, cuyo nombre se desconocido. Aunque Lorenzo de Ávila nació en Ávila, se le cita por primera vez en Toledo en 1507, donde se le encargaron tres dibujos de tema indeterminado para la catedral, que servirían de modelo para los bordados que cubrirían la cruz procesional del Corpus Christi.Lorenzo de Ávila pudo trasladarse a Toledo a formarse con Juan de Borgoña, cuyo estilo se reflejó en sus pinturas y cuya influencia continuó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVI. En 1521 le encontramos en León, donde permaneció hasta 1524, pintando la Disputa de Jesús con los Doctores en el claustro de la catedral, hoy desaparecida. Posteriormente se le registra en Pozuelo de la Orden, en la provincia de Valladolid, donde recibe su primer pago en 1528 por un retablo pintado con Andrés de Melgar, que fue trasladado a la colegiata de San Isodoro de León a principios del siglo XX. Se trasladó a Toro en 1529, donde instaló un taller de pintura en el que trabajaron otros pintores locales, entre ellos el hijo de su maestro, Juan de Borgoña el Joven, Blas de Oña, Alonso de Aguilar y Luis del Castillo.Su hijo, Hernando de Ávila, fue pintor de Felipe II.