SEBASTIÁN MUÑOZ (Casarrubios del Monte, Toledo, 1654/1657-Madrid, 1690).
“Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos”, 1689.
Óleo sobre lienzo.
Conserva lienzo original con añadidos en los márgenes.
Presenta restauraciones en la superficie pictórica y daños provocados por xilófagos en el marco.
Firmado y fechado al dorso.
Medidas: 183 x 114 cm; 216 x 146 cm (marco).
En esta obra vemos a Santa Isabel de Hungría curando a un niño, tema que fue muy del gusto de la época. Estéticamente la obra también muestra un gusto por la pintura costumbrista que se popularizó durante el barroco. Santa Isabel era hija de rey Andrés II de Hungría. Se casó con Luis IV de Turingia y a la muerte de su esposo en 1227 decidió llevar una vida ascética, dedicándose a realizar obras de beneficencia. Para ello construyó un hospital para pobres y leprosos en Marburgo, atendiendo personalmente a los enfermos. En 1228 tomó el hábito de terciaria franciscana, convirtiéndose en su patrona. En 1235 fue canonizada por Gregorio IX. Murillo solía presentar a la santa rodeada de leprosos a los que cura con sus propias manos.
Sebastián Muñoz inició su formación como aprendiz en el taller de Hipólito de Torres. En enero de 1680, se trasladó Madrid, para trabajar junto a Claudio Coello en las decoraciones para celebrar la llegada de María Luisa de Orleans, la nueva esposa del rey Carlos II. Posteriormente se trasladó a Italia, donde se unió a pintores españoles expatriados para solicitar al rey que estableciera una academia de pintura española en Roma. Mientras estuvo allí, estudió con Carlo Maratta. A su regreso a España, se detuvo en Zaragoza, donde nuevamente trabajó como asistente de Coello, pintando frescos en la Iglesia de la Mantería. De regreso a Madrid, en 1686, trabajó en el Real Alcázar, donde pintó el techo de la habitación de la Reina con una escena de Orlando Furioso En otra parte del palacio, creó una escena de la historia mitológica de Psique y Cupido, lo que le valió un nombramiento como pintor de la corte. En 1689 pintó el funeral de la reina para el Convento del Carmen Calzado. Se dice que los monjes no reconocieron a la Reina como retratada, por lo que Muñoz tuvo que colocar su retrato en un medallón, sostenido por ángeles. En el Palacio del Buen Retiro, trabajó en la decoración de las habitaciones privadas de la nueva Reina, María Anna de Neuburg, al mismo tiempo, comenzó a restaurar los frescos de la cúpula de la Basílica de Nuestra Señora de Atocha.