Escuela española; primer tercio del siglo XVI.
“Natividad”.
Óleo sobre tabla. Engatillada.
Presenta faltas en el marco.
Medidas: 121 x 64,5 cm; 128 x 69 cm (marco).
La obra que nos ocupa es una representación de la Natividad de Cristo realizada por un pintor de la escuela española del primer tercio del siglo XVI, una época marcada por la transición entre el estilo gótico tardío y los influjos del Renacimiento italiano y flamenco que comenzaban a penetrar con fuerza en la península ibérica. Esta pintura, de carácter devocional, nos ofrece una escena íntima y profundamente simbólica del nacimiento de Jesús, cargada de espiritualidad y con un marcado interés en la transmisión de lo sagrado.
La escena se sitúa en el interior de un pesebre abierto hacia un fondo montañoso, siguiendo una composición vertical y simétrica. En el centro inferior se encuentra el Niño Jesús, desnudo y recostado sobre un lecho de paja, irradiando serenidad. A su lado aparecen la Virgen María, de rostro dulce y recogido, y San José, de gesto pensativo y devoto, ambos con aureolas doradas que refuerzan su carácter sagrado.
Dos animales típicos del relato evangélico, el buey y el asno, contemplan al Niño, aludiendo a la humildad del nacimiento y al cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Sobre ellos, en el plano superior, un grupo de ángeles músicos y cantores vuelan en disposición semicircular, portando una filacteria con la inscripción "Gloria in Excelsis Deo", clara alusión al anuncio celestial del nacimiento del Salvador a los pastores. Sus rostros serenos y sus manos en gesto de oración refuerzan la atmósfera de adoración y recogimiento.
El tratamiento de las figuras muestra aún la influencia del gótico internacional, especialmente en los rostros redondeados, la rigidez de los pliegues y el uso del oro en las aureolas. Sin embargo, hay indicios claros de renovación renacentista, como la búsqueda de profundidad espacial, el modelado anatómico más naturalista del Niño y la tentativa de crear una atmósfera unificada mediante el paisaje del fondo.
El cromatismo es sobrio y cálido, predominando los ocres, rojos oscuros y negros, con toques de blanco en los ángeles que contrastan y elevan la zona superior de la composición. El artista, aunque anónimo, demuestra un oficio sólido, propio de los talleres de la escuela castellana o aragonesa de la época, donde lo devocional prevalecía sobre lo espectacular.
La Natividad es uno de los temas centrales del arte cristiano, y su representación responde a necesidades tanto doctrinales como emocionales. En este contexto, las imágenes de la escuela española del siglo XVI no buscaban tanto el impacto visual como la contemplación piadosa, alineada con la espiritualidad promovida por órdenes como los franciscanos o dominicos. El arte era vehículo de meditación, y esta pintura cumple esa función con sobriedad y eficacia.
La escuela española en este periodo estaba en plena evolución: influida por los modelos flamencos traídos por los Reyes Católicos y los primeros ecos del Renacimiento italiano, comenzaba a consolidarse una identidad artística propia, caracterizada por la profundidad espiritual, el énfasis en la devoción interior y un progresivo dominio técnico.