Escuela española de la primera mitad del siglo XVII.
“Niño Jesús con los atributos de la Pasión”.
Óleo sobre cobre.
Presenta pérdidas.
Medidas: 23 x 15 cm; 37 x 31 x 3cm.
En esta pintura, seguramente destinada a la devoción privada dado que se trata de un óleo sobre cobre, se representa a Jesús como un niño inocente, de mejillas sonrosadas, portando los instrumentos de su futuro martirio y luciendo una túnica rojiza, alusiva a la sangre y por tanto también símbolo claro de la Pasión. El arte cristiano se deleitó a lo largo de su historia, y especialmente en la Edad Moderna, proyectando sobre la infancia inocente de Jesús la sombra de la cruz. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea era ya familiar a los teólogos de la Edad Media, pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya a través del racimo de uvas que el Niño estruja en sus manos. Será sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se exprese por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús pinchándose con el dedo al trenzar una corona de espinas. Murillo, al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, el tema encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús Dormido sobre una cruz. Aquí no se presenta a Jesús como un bebé sino que es un niño ya algo mayor, que nos mira directamente, plenamente consciente de su destino, y de hecho portándolo voluntariamente, como una carga que acepta en favor de la humanidad.