Escuela flamenca del siglo XVII.
“Ángel de la guarda”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 66 x 85 cm; 84 x 107 cm (marco).
Escena devocional en que se puede apreciar a un pequeño infante guiado por un ángel que apoya su mano sobre el niño y con la otra señala el buen camino, que en este caso es el cielo, en alusión a Dios. El rostro del ángel destaca por sus facciones de líneas suaves y finas que conforman una faz delicada e idealizada enmarcada en un cabello de tonos dorados y cobrizos que se asienta sobre sus hombros. En el caso del niño, esta muestra una apariencia más realista o naturalista, no por los rasgos del rostro, sino por las vestimentas. En el cristianismo, el ángel custodio o de la guarda sería aquel que Dios tiene señalado a cada persona para protegerla. De ahí que suela representársele como guía para la vida entendida como camino, tal y como aquí sucede. El hecho de que el escultor haya representado al fiel con la figura de un niño enfatiza aún más este papel protector que cumple el ángel de la guarda respecto a la indefensa alma cristiana.
Uno de los rasgos distintivos de esta escuela es la precisión detallista del dibujo, ideal para los pequeños formatos y el detallismo extremo. Además, el dominio del claroscuro y la riqueza cromática aportaban una sensación de volumen y profundidad, reforzada por la precisión en la aplicación de la luz.
Esta tradición, influenciada por maestros como Rubens, Van Dyck y los hermanos Brueghel, combinaba elementos religiosos con una expresividad emotiva y un sentido narrativo que buscaba conmover al espectador. La presente obra refleja este enfoque, presentando no solo una imagen devocional, sino también una composición cuidadosamente estructurada, donde la técnica flamenca resalta la calidad de los materiales y la sensibilidad en la representación de lo divino.