Escuela italiana; segunda mitad del siglo XVII.
“Paisajes”.
Óleo sobre lienzo.
Presenta faltas en la superficie pictórica.
Poseen marcos antiguos con faltas.
Medidas: 44 x 66 cm (x2); 68 x 90 cm (marcos,x2).
En estas obras el artista refleja la inmensidad de la naturaleza a través de las grandes montañas que, en la lejanía, se prolongan hacia el cielo. El celaje, de gran carga emotiva, continúa el magnífico ejercicio plástico del resto de la composición, magistralmente trabajado mediante delicados toques de color. En ambos casos destaca la presencia humana con la representación de una figura con ropajes árabes, un puente y diferentes estructuras arquitectónicas. Se trata de un paisaje sobrio en su composición captado con intención objetiva, pero que sin embargo se nos muestra con el carácter evocador de lo cotidiano, lo cercano y lo conocido. Formalmente destaca el detenido estudio cromático y lumínico, cuyo resultado es una imagen sólidamente construida sobre un ágil ritmo de lectura.
El paisaje clasicista fue por tanto una de las novedades que caracterizan a la pintura italiana del siglo XVII, y ya desde las primeras décadas de la centuria se aprecia un cambio en la interpretación del paisaje. Esta escuela se caracterizará ya en el pleno barroco por la plasmación de escenas líricas que evocan la visión arcádica del entorno pastoril, sin la pretensión de recrear paisajes concretos. La naturaleza es por tanto ordenada por el artista y sometida a las reglas clásicas, en la búsqueda de un orden natural ideal de raíz clásica. Así, encontramos equilibradas composiciones en horizontal, en línea con el clasicismo boloñés, y al mismo tiempo puntuales aunque exactas disposiciones de la naturaleza que se relacionan con la pintura de Caravaggio y de los pintores nórdicos asentados en Roma, dos influencias que confluyen predominando la primera.