Escuela italiana; segunda mitad del siglo XVIII.
“Posible retrato de Duque de Parma”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas. 80 x 63 cm; 104 x 90 cm (marco).
La presencia del toisón de oro y la condecoración militar que porta en la capa, además del reverso de armiño de la misma nos indica que se trata de un retrato de porte regio. Seguramente se trate de la representación del Duque de Parma. Este tipo de retratos se popularizaron, en gran medida debido a las relaciones políticas entre las distintas familias pertenecientes a la corte que utilizaban estas obras tanto en el ámbito intimo familiar, como en el diplomático. De hecho, un claro ejemplo de la proliferación de estos retratos de corte durante el barroco o bien pensados para conmemorar la efigie del protagonista revelando así su poder y autoridad o para servir como obras destinadas a otras familias con la intención de dar a conocer a los retratados y establecer así lazos, en muchos casos matrimoniales.
La escuela italiana del siglo XVIII, aunque eclipsada en ocasiones por la prominencia francesa en los ambientes cortesanos europeos, mantuvo una fuerte tradición en el arte del retrato gracias a su herencia clasicista y a la continuidad del mecenazgo aristocrático y pontificio. En este contexto, el retrato no solo funcionaba como afirmación del estatus social, sino también como vehículo de proyección política y cultural. Artistas italianos de la época combinaron el legado de la pintura renacentista y barroca con las nuevas sensibilidades del rococó, ofreciendo representaciones que, como en este caso, equilibran la idealización con una observación aguda de lo real. La calidad artística del retrato reside en su virtuosismo técnico, la sutil psicología del rostro y la riqueza decorativa que, sin caer en la teatralidad, refleja el refinamiento visual característico de la escuela italiana en su fase final de esplendor.