Maestro español; c. 1500.
“La presentación de la Virgen en el templo”.
Óleo sobre tabla de pino.
Medidas: 99 x 68 cm; 118 x 85 cm (marco).
Según la promesa hecha por sus padres, María fue llevada al Templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que portaban antorchas encendidas y entre el canto de los ángeles. Para subir al Templo había quince gradas, que María subió sola corriendo, a pesar de su corta edad, lanzándose a los brazos de Zacarías, que la esperaba en el atrio en compañía de otros Ancianos. Zacarías la bendice, con unas palabras que aluden a su futura maternidad divina y, cosa inaudita, hace pasar a la niña al sancta sanctorum, donde sólo el Gran Sacerdote podía entrar una vez al año, el día de la fiesta de la Expiación. Sentó a la niña en la tercera grada del altar y Dios hizo entonces descender sus Gracias sobre ella, tras lo cual María se levantó y se puso a bailar de alegría.
En este caso concreto la narración se sitúa en un interior, cerrado por pilastras al fondo, dominado por una escalinata que juega un importante papel en la historia, y que sirve para diferenciar los dos planos de la composición, y a la vez para ordenar las figuras e indicar al espectador la posición divina de las figuras. La escena está configurada a modo de friso, aunque el autor ha establecido un ritmo de lectura en diagonal, de tal modo que el espectador se convierte en un personaje más de la escena ya que, queda introducido en la misma.