Escuela española; segunda mitad del siglo XVII.
“Ecce Homo”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado en los bordes.
Presenta restauraciones.
Medidas: 51 x 41 cm.
La emoción contenida de esta obra queda patente gracias a la captación pictórica de la luz que se presenta de un modo efectista y tenebrista, propiamente barroco. El artista aísla la figura de Cristo en el centro de la escena, monumental tanto en presencia que domina casi la totalidad del cuadro, como en la musculatura que se aprecia en su rostro de clásicas facciones y en parte del busto que finalmente queda cubierto por una túnica donde los contrastes de color aportan expresividad. De composición sencilla y clara, con el rostro de Cristo en primer término, el protagonismo del rostro de Cristo ahonda en el poder expresivo y el pathos, pensado para conmover el ánimo del fiel que ora ante la imagen, dentro de un sentido tremendista muy propio del barroco en los países católico. Sin embargo, este rostro ha abandonado el dolor a pesar de estar coronado con espinas. Se muestra en calma con la boca entreabierta, al igual que los parpados de un modo apesadumbrado.
El tema del Ecce Homo pertenece al ciclo de la Pasión, y precede al episodio de la Crucifixión. Siguiendo esta iconografía, se presenta a Jesús en el momento en que los soldados se burlan de él, tras coronarle de espinas, vestirle con una túnica púrpura (aquí roja, color simbólico de la Pasión) y colocarle una caña en la mano, arrodillándose y exclamando “¡Salve, rey de los judíos!”. Las palabras “Ecce Homo” son las pronunciadas por Pilatos al presentar a Cristo ante la multitud; su traducción es “he aquí el hombre”, frase mediante la cual se mofa de Jesús y da a entender que el poder de Cristo no era tal frente al de los dirigentes que allí le estaban juzgando.