Escuela italiana del siglo XVII.
"Niño Jesús dormido en la Cruz".
Óleo sobre lienzo.
Marco del siglo XIX.
Medidas: 60 x 74 cm.; 77 x 91,5 cm.(marco).
Nos encontramos ante una obra que, aunque arraigada en las convenciones iconográficas de la escuela italiana del siglo XVII, despliega una particular sensibilidad y un simbolismo profundo. La pintura presenta la figura en escorzo de un infante durmiente, cuyo cuerpo, de carnosidad exuberante y tonalidades nacaradas, reposa en una actitud de inocencia y abandono. La morbidez de su anatomía, propia de la representación del putto o del Niño Jesús subraya la vulnerabilidad y la pureza inherente a la infancia. Su postura, con un brazo levantado sobre la cabeza y la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, evoca una naturalidad somnolienta. Reposa sobre elementos de madera oscura, cuya disposición diagonal evoca la forma de una cruz, un lignum crucis que presagia sutilmente el destino sacrificial del Niño Jesús.
El paisaje circundante es de una atmósfera enigmática, difuminado por nubes argénteas. La vegetación en primer plano, detallada con delicadeza, incluye pequeñas flores que brotan de la tierra, símbolos de vida y renacimiento, incluso en un contexto de latente melancolía. Un pájaro de plumaje vibrante, posiblemente un jilguero o un ave de similar simbolismo cristiano (asociado a la Pasión debido a su alimentación de cardos, que remiten a la corona de espinas), se posa sobre una rama. Su presencia, junto con las bayas oscuras que cuelgan, añade una nota de vida silvestre y un matiz de presagio o acompañamiento espiritual.
La paleta cromática se caracteriza por la predominancia de tonos terrosos y oscuros, que envuelven la figura luminosa del Infante, creando un efecto de claroscuro que enfatiza la blancura y la vida del cuerpo. La luz incide de forma suave, modelando las formas y dotando a la piel de un brillo casi translúcido.
La fusión de la ternura infantil con los elementos premonitorios de la Pasión dota a la pintura de una profunda carga emotiva y contemplativa, invitando al espectador a una reflexión sobre la transitoriedad de la inocencia y el sacrificio divino.
Pintores del barroco como Guido Reni en Italia y Bartolomé Esteban Murillo en España trataron el tema del Niño Jesús dormido en la cruz.