Escuela andaluza; finales del siglo XVII.
“La dormición de la Virgen”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 151,5 x 84 cm.
Esta dormición de la Virgen, atribuida a la escuela andaluza de finales del siglo XVII, es una obra de notable contenido devocional y profundo simbolismo mariano, característico del arte barroco español, particularmente el desarrollado en Andalucía, donde la religiosidad popular y el culto a la Virgen María alcanzaron niveles de gran intensidad estética y emocional.
En la escena se representa a la Virgen María dormida, una iconografía que remite a la tradición oriental y medieval de la Dormición de la Virgen, entendida como un tránsito plácido y glorioso al cielo, más que una muerte en el sentido humano. Esta imagen fue asimilada en el catolicismo contrarreformista como una forma de subrayar la pureza y la exención del pecado de la Madre de Dios, y se convirtió en un tema frecuente en el arte sacro hispánico.
La Virgen yace reclinada sobre cojines ricamente bordados, con las manos juntas en actitud de oración, los ojos cerrados y un rostro sereno que transmite paz y santidad. Lleva una túnica blanca con manto azul oscuro salpicado de estrellas doradas, lo cual alude claramente a su papel como Reina del Cielo (Regina Coeli), reforzado por la corona regia que adorna su cabeza. Bajo sus pies se encuentra una luna creciente, elemento iconográfico tradicional tomado del Apocalipsis (12,1), que refuerza su figura como la Mujer vestida de sol.
El entorno es oscuro, con una atmósfera recogida e íntima, donde destacan pequeñas estrellas y haces de luz celestiales que evocan la presencia divina. A ambos lados de la escena aparecen floreros con rosas, lirios y azucenas, flores asociadas con la virginidad, la pureza y el amor espiritual. Este detalle botánico subraya aún más la naturaleza incorruptible de la Virgen.
El estilo pictórico refleja los valores del barroco andaluz tardío, en el que la intensidad devocional se expresa a través del uso del claroscuro, la riqueza de los tejidos, el simbolismo místico y una composición que busca conmover al espectador más allá del mero relato visual. A diferencia de otras representaciones más dramáticas de la Asunción o la Muerte de la Virgen, aquí predomina un tono contemplativo y dulcemente idealizado.