Escuela italiana o flamenca; siglo XVII.
“Susana y los viejos”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 48 x 73 cm; 54 x 79 cm (marco).
Vemos en esta pintura el tema de Susana en el baño, historia narrada en el Antiguo Testamento, concretamente en el Libro de Daniel. Pertenece a la versión griega de la Biblia, conocida como Septuaginta, cuyo origen se remonta al siglo III a.C. Susana era una bella y casta mujer, esposa de Joaquín, un rico judío del Exilio Babilónico. Es vista y deseada por dos ancianos que habían sido nombrados jueces entre los judíos en el exilio; ambos se ponen de acuerdo para sorprenderla a solas y convencerla de que se entregue a ellos. En la versión más difundida estéticamente en la historia del arte, esto ocurre durante el baño de la joven. Susana, sin embargo, se enfrenta a los ancianos, y les dice que prefiere la muerte antes que el pecado. Los hombres, al verse rechazados, acusan a Susana de adulterio, y esta es llevada a juicio, donde ellos testifican falsamente en su contra. Ante la importancia de sus acusadores, Susana es condenada a morir lapidada. No obstante, en el camino a su muerte el profeta Daniel, que por entonces es sólo un niño, detiene el cortejo popular y reprende a la gente por estar actuando sin conocimiento pleno de la causa, y pide separar a los dos ancianos para interrogarlos con inteligencia. Los dos falsos testigos caen entonces en contradicción en sus declaraciones, y son condenados a muerte en lugar de Susana.
Formalmente se trata de una composición enmarcada dentro del barroco, con dos partes claramente diferenciadas a nivel compositivo, cromático y lumínico. En primer término, vemos a Susana, un bello desnudo femenino de tonalidades nacaradas, de clara influencia rubeniana, que evoca las Venus de la Antigüedad. En segundo término, vemos a los viejos abalanzándose sobre Susana.