Escuela flamenca o italiana; siglo XVII.
“San Antonio Abad”.
Óleo sobre cobre.
Medidas:19 x 24 cm; 32 x 36 cm (marco).
Lo primero que llama la atención en este óleo es la supeditación del tema bíblico a la majestuosidad del paisaje, tanto del primer plano como en último, donde puede apreciar la imponente presencia de una ciudad. Lo primero que llama la atención en este óleo es la supeditación del tema bíblico a la majestuosidad del paisaje, desplazando la figura del santo hacia la derecha con las Sagradas Escrituras y ante un crucifijo, como es habitual en su iconografía.
Según la leyenda, San Antonio nació hacia el 251 en Egipto, y muy joven se retiró a la soledad del desierto. Fue especialmente venerado en Cataluña, donde se le atribuyeron aventuras y milagros que sirvieron de tema a Jaume Huguet (1412-1492) para su gran retablo de San Antonio en Barcelona. Este santo es representado habitualmente como aquí vemos, como un anciano barbado que viste sayal con capucha, prenda común de los antonitas. Suele presentársele leyendo las Sagradas Escrituras, y el episodio de sus tentaciones en el desierto es, junto a su visita a Pablo el ermitaño, el más representado. La iconografía de las tentaciones de San Antonio fue representada por primera vez en Italia, en el siglo X, y en la Europa medieval se representó de manera frecuente, en la pintura, en los libros miniados, y más tarde en los grabados alemanes. Es un tema que interesaba especialmente por reflejar la lucha entre el Bien y el Mal, entre Cristo y Satanás. En esta obra se plasma al santo ermitaño en el desierto, meditando sobre las Escrituras y la fugacidad de los placeres terrenales, como atestigua el libro que le acompañan, aunque no aparecen la habitual calavera, la cruz y el reloj de arena.