Escuela española; finales del siglo XVI.
“Piedad”.
Óleo sobre tabla.
Presenta faltas en la superficie pictórica.
Medidas: 54 x 101 cm.
La piel nacarada de un cristo yacente aporta una luz teatral y mortecina a esta escena devocional. La temática, la tonalidad y la composición configuran una imagen que despierta la pasión del fiel, invitándole a reflexionar sobre los últimos momentos de Cristo. En un formato apaisado el autor presenta únicamente a la Virgen de rodillas llorando el cuerpo de su hijo muerto que yace sobre el suelo. Las figuras destacan por su monumentalidad y volumetría copando una gran parte de totalidad de la superficie que queda velada al espectador, exceptuando la zona derecha donde el autor desarrolla un paisaje en el que queda esbozado el monte Gólgota, con la cruz apenas apreciable.
Iconográficamente es un tema muy emotivo, fruto de la piedad popular, que concentra la atención en el drama de la Pasión y la contemplación amorosa y doliente, con sentido realista y conmovedor. En Bizancio, y en las representaciones de influencia bizantina, la figura de Cristo descansa sobre la losa de la unción, donde su cadáver fue perfumado y preparado para recibir sepultura, que posteriormente en el arte italiano se convertirá en sepulcro. Esta escena no aparece referida en los Evangelios, sino que encuentra su origen en la literatura mística y en los textos religiosos de piedad, así como en los de las cofradías de flagelantes. En los Evangelios canónicos y en el apócrifo de Nicodemo se narra cómo José de Arimatea enterró el cuerpo de Jesús.