Escuela española o italiana; primera mitad del siglo XVIII.
“La Virgen del Rosario con Santa Barbara y Santa Teresa”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Posee marco del siglo XX.
Medidas: 92 x 134 cm; 112 x 154 cm (marco).
Imagen de representación escenográfica, que nos muestra a la Virgen con el Niño en su regazo, sentada sobre un trono de nubes, mientras que en una zona terrenal y flanqueando los lados se puede apreciar a Santa Barbara a la izquierda y Santa Teresa en la zona derecha. La de María es una figura monumental, bien asentada y escultórica, propia del gusto clasicista, y ocupa la gran parte de la superficie pictórica, directamente iluminada por una luz clara y uniforme, que modela evitando los excesos del tenebrismo y crea un suave juego de luces y medias sombras. Esta luz dota a las carnaciones de ambas figuras de un aspecto dorado, acorde con la idealización clásica que muestran. Los colores, especialmente el rojo de la túnica de la Virgen, que domina la composición y queda enmarcado por el tono azul del manto aportan expresividad a la escena. Las figuras destacan bien silueteadas sobre un fondo dorado de Gloria, sutilmente trabajado a base de matices de ocres y amarillos.
La representación de la Virgen del Rosario fue un tema que ganó popularidad en la pintura barroca. La leyenda narra que la Virgen enseñó a santo Domingo a rezar el rosario en el año 1208, diciéndole que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe. Apareciéndose en la capilla en la que el santo rezaba, sosteniendo un rosario en su mano, le enseñó a recitarlo prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Efectivamente lo predicó, y con gran éxito, logrando que muchos albigenses volvieran a la fe católica.