Escuela valenciana del siglo XVIII.
"Cristo crucificado".
Óleo sobre cruz de madera.
Medidas: 58 x 34,5 cm.
Este Cristo expirante, con la mirada dirigida hacia arriba, en un diálogo silencioso con Dios, expresa una forma de espiritualidad íntima, acorde con la estética tardo-barroca. El momento captado no es el de la agonía física sino el instante último del entregarse al Padre, lo cual sitúa la imagen en una clave más redentora que patética. Ello repercute en un tratamiento sereno de la anatomía. El cuerpo de Cristo está modelado con un cromatismo suave y matizado, que le da corporeidad sin recurrir a contrastes violentos. Las carnaciones están tratadas con delicadeza casi escultórica, mediante transiciones cálidas entre luces y sombras.
Durante el siglo XVIII, la Iglesia católica continuó impulsando el arte como vehículo de devoción afectiva y pedagogía espiritual, aunque en un tono más amable y emotivo que en el siglo anterior. Esta imagen de Cristo Crucificado no busca tanto estremecer al espectador como moverlo a una compasión serena, a una identificación amorosa con el Redentor. Su belleza formal sirve a fines espirituales: elevar el alma por medio de lo sensible.
Este Cristo de la escuela valenciana del siglo XVIII representa una síntesis entre la herencia del barroco y las nuevas formas de sensibilidad del período neoclásico.