Escuela francesa del siglo XVIII y posterior.
“Retrato de caballero”.
Óleo sobre lienzo pegado a tablex.
Presenta faltas y repintes.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 54 x 45 cm; 78 x 67 cm (marco).
Esta obra de la escuela francesa del siglo XVIII representa un “Retrato de caballero” en formato ovalado, característico de la retratística cortesana y burguesa de ese tiempo. Se trata de un retrato de busto corto, en el que apenas se insinúan algunos elementos de la indumentaria: el cuello blanco almidonado, un pañuelo de tonalidad azul y parte de las solapas de la casaca, resueltos con pinceladas contenidas que sugieren más que describen. La figura aparece levemente girada en tres cuartos, aunque el rostro mira de frente al espectador, estableciendo una relación directa que subraya su individualidad y presencia.
Destaca la voluminosa peluca empolvada, un distintivo del gusto aristocrático del siglo XVIII, que simboliza rango, sofisticación y conformidad con los códigos sociales de la élite. El gesto del retratado, que esboza una ligera sonrisa, contribuye a humanizar la imagen sin perder la contención propia del género. El fondo neutro, carente de elementos narrativos o simbólicos, dirige toda la atención hacia el rostro y refuerza el carácter atemporal del retrato.
Durante el siglo XVIII, el retrato ocupó un lugar central dentro de la producción artística, especialmente en Francia, donde se convirtió en una poderosa herramienta de afirmación social y representación identitaria. Tanto la nobleza como la emergente burguesía recurrieron al retrato para proyectar valores como la racionalidad, el decoro, la ilustración o el refinamiento, en consonancia con los ideales de la época. Este género permitía capturar no solo los rasgos físicos, sino también la dignidad y la condición del sujeto, dentro de un lenguaje visual codificado que equilibraba la semejanza naturalista con la representación idealizada.